Hace un par de semanas fui invitado por el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Enrique Bedoya, a participar en una mesa de trabajo con varios gremios de la producción agropecuaria, para definir las políticas sectoriales que requiere el agro colombiano en el mediano plazo.
Esta mesa agrícola –que me ha parecido un ejercicio interesante–, debería ampliarse a la empresa privada, a los organismos académicos y a los servicios públicos ligados al agro, a ver si juntos podemos definir una política de estado que exprese cuál es la visión que tenemos de la Colombia agropecuaria en el largo plazo y cuáles son los caminos que, como país, debemos recorrer para el logro de tales metas.
Parte del problema del atraso y la ineficiencia del sector agropecuario colombiano es precisamente el individualismo con el cual hemos trabajado. Muy pocas veces nos hemos sentado los actores de las cadenas agroalimentarias a diseñar e implementar una estrategia conjunta de fomento y desarrollo de la productividad y competitividad de nuestro sector. Como dije en mi anterior columna, nos llegó la hora de trabajar unidos por esta empresa que se llama Colombia. Hay que comenzar desde ya a ver cómo vamos a recuperar el tiempo perdido y cómo nos vamos a poner de acuerdo para enfrentar la voraz competencia inequitativa con los países con los cuales hemos suscritos 16 TLC. Países que cada día nos invaden el mercado local con materias primas y alimentos altamente subsidiados.
Para enfrentar estos retos, lógicamente tenemos que comenzar por derogar todas las leyes, decretos y resoluciones que impiden agilizar los procesos productivos, ajustar la institucionalidad pública a la realidad del mercado, reducir los gastos en burocracia, aumentar el presupuesto de inversión y direccionar los recursos de ayuda e incentivos a la biotecnología, innovación, riego, mecanización, transferencia de tecnologías y coberturas de riesgos.
El próximo 8 de agosto, esta mesa agrícola debe presentarle al nuevo ministro de Agricultura, Andrés Valencia, el presupuesto de inversión y financiamiento del programa agrícola, pecuario y forestal del año 2019, acompañado del plan de vías terciarias por sector y región, las necesidades de inversión en presas y canales de riego, el presupuesto de incentivos para el seguro agrario, tasa de interés y cobertura de precios, el programa de trazabilidad, inocuidad, control fitosanitario y admisibilidad del sector agropecuario.
De igual manera, deben abordar el tema de simplificación de trámites para eliminar los costos en sobornos que tienen que pagar los empresarios desde la producción hasta la comercialización de sus productos. Otro programa que no da más espera son las escuelas de emprendimiento rural para capacitar en buenas prácticas agrícolas y pecuarias a los bachilleres de 691 municipios y veredas rurales del país.
Y no se les olvide presentar la propuesta de reestructuración de los fondos parafiscales (ampliando la cuota parafiscal a la cadena productiva), para fortalecer los centros de investigación gremiales, fomentar la biotecnología y la transferencia de tecnologías a sus afiliados.
En el tintero: El ministro Cárdenas dejó lista el acta de liquidación del sector agropecuario al reducir el presupuesto en un -59,7% para el año 2019.
*Consultor en financiamiento agropecuario