Ya ni en carro, ni en bus, ni en moto se puede transitar por las calles de la ciudad, dado el maremágnum en el que se ha convertido el tránsito vehicular. No se trata de una queja más a las que escuchamos a diario sobre este candente tema. Nuestro propósito es llamar la atención de las autoridades en busca de algún paliativo a esta desesperante situación. Hasta hace poco, los trancones se formaban en ciertas zonas a las horas pico. Hoy son a cualquier hora del día y en cualquier lugar. Atravesar a las 8 de la noche (que no debe ser hora pico) las calles 68, 70, 72 o 76 a la altura de la carrera 58 hacia la 46 es una verdadera hazaña. Demoramos más que atravesando el río Magdalena. Es un caos total. Esto es solo un ejemplo, pues igual situación se presenta en muchas otras partes de la ciudad. Sin embargo, notamos que cuando están los “orientadores” de tráfico o la Policía se mitiga un tanto el problema, pero después de las horas pico o en horas del mediodía ya no están o no son suficientes para ayudar a desenredar los trancones que se forman. Es perfectamente comprensible que con las mismas calles de hace 70 o más años, con el exagerado aumento de vehículos y con las obras nuevas (algunas de las cuales pareciera no se están haciendo con la debida planeación) el problema se ha agudizado. En ocasiones, a las 6 de la tarde ya no hay casi reguladores en los sitios más neurálgicos. Esto no es una panacea, ni pretendemos dárnoslas de técnicos, y admiramos la muy difícil labor que está llevando a cabo nuestro dilecto amigo el director de Tránsito en una ciudad totalmente ‘metida’ en obras, pero quizá el aumento y reubicación de los ‘orientadores’ podría aliviar en parte lo dramático que se ha vuelto salir en carro en Barranquilla.

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