Personas amigas, y otras que no lo son tanto pero a fe que nos conocen, nos han hecho llegar la convicción de ellos acerca de que no es posible en un país como los Estados Unidos –donde la justicia suele brillar de verdad– hayan pasado los dramas hechos públicos.

Señalamos en particular el caso del boxeador italiano Primo Carnera, de quien dijimos sus propios apoderados dispusieron de todos los ingresos suyos y luego se perdieron en la inmensidad del país norteño.

El caso de Carnera fue sencillamente conmovedor. Cuatro pícaros dispusieron de sus ingresos económicos y cuando el italiano perdió por nocaut con Max Baer, ‘picaron los cabos’, temiendo que una investigación los arrojara a la cárcel. Carnera era de malas para aceptar los candidatos a manejar sus intereses, recomendados por amigos italianos.

En el aspecto estrictamente boxístico Carnera era un pobre diablo que a partir de su derrota ante Baer fue siendo lo que llaman en el boxeo americano ‘caballo de prueba’. Todos los pesos completos en aquellos años 30 y 40 tienen en su récord un nocaut sufrido por Carnera frente a sus candidatos. El primero que lo noqueó fue Joe Louis, entonces de 20 años, conocido por noquear ex campeones mundiales. Este récord tan ingrato y desfavorecedor de Carnera fue minando su salud hasta el extremo que el mismo no esperó que lo retiraran del boxeo porque se fue de voluntad propia. Tan mal se sentía el propio gigante del boxeo que inició una colecta pública entre italianos para comprar el pasaje y poder volver a su tierra natal donde murió finalmente sin un céntimo en su cuenta bancaria.

Hay otro caso patético que no hemos querido referir en estas entregas porque el nombre del boxeador se nos ha fugado de la memoria, era nativo de Puerto Rico y de peso mediano su ubicación, que quien iba a pensar en que el autor de todos esos ingresos iban a parar a los bolsillos de su señor padre, quien también fue boxeador, pero esta vez como manejador de los intereses de su hijo para perderlos en la inversión de caballos de carrera, un deporte donde hasta los millonarios se quejan de los desembolsos que tienen que hacer. Salía a trotar con el boxeador hijo suyo y en el camino le decía “fulano, ese edificio de cuatro pisos te lo compré la semana pasada” desde luego no compraba absolutamente nada pero robaba lo que consignaba su hijo en cuenta bancaria. Este drama llegó a su final cuando el boxeador peleó en la Argentina, en un espectáculo dirigido por otro pícaro como él, quien se fugó de Buenos Aires y no se le dio ni el forro.

Antes de finalizar este artículo lleno de lamentaciones por lo que se le hacía por parte de sus propios mentores, contemos que el único boxeador forastero en los Estados Unidos a quien nadie le hurtó un mísero dólar fue Luis Ángel Firpo.

Firpo violó y pisoteó la disposición que hacía obligatorio el nombramiento de mánager en EEUU. Nunca aceptó tener mánager; él contrataba a un sujeto que le recomendaban, pero nunca los dejó manejar su dinero y eso lo salvó de una estafa. Nadie pudo decir en EEUU que le había hurtado dinero a Firpo. En eso era más macabí que los macabíes gringos.