Frida Kahlo se convirtió en un emblema de mujer fuerte, independiente, inspirada e inspiradora, mucho después de su muerte, acaecida en 1954. Esta artista mexicana trabajó y vivió casi en la penumbra del dolor físico y medio oculta bajo la sombra de su corpulento marido, Diego Rivera.
Por tener un cuerpo enfermo, estuvo muchos períodos de su vida encamada, cosa que le permitió dedicarse a indagar acerca de su posición como mujer artista en el mundo que la rodeaba. Es así como pudo desarrollar un estilo bien definido, reconocido como vanguardista tardíamente.
Eventos publicitarios han globalizado su imagen, hasta tal punto que cualquier cosa que hoy se quiera decir mexicana, usa algún indicador de su presencia. Una presencia que se ha vaciado de todo contenido. La superficialidad que se ha tomado la imagen de Frida es tal que se puede ver no tanto como una segunda muerte, sino como una serie de sacrificios interminables contra los cuales esta interesante mujer ya no puede luchar.
Su corazón, ese que fue rasgado en demasiadas ocasiones en vida, parece palpitar desde la tumba, pidiendo más y más acuchillamientos, cual virgen azteca lista para el altar. Cada vez que veo las flores de Frida, las cejas de Frida, el ropaje de Frida, un mug de Frida, un bolso de Frida, un taco llamado Frida, etc, se me revuelve el estómago. Enseguida remuevo esa imagen, la lavo con la contundencia de sus cuadros, esas imágenes que ella misma creó, y el grito de Munch aparece como otro ícono vacío (que hasta emoji es), para recordar que debo taparme los oídos ante tanta cacofonía, ese ruido insoportable lleno de silencios que es Frida Kahlo repleta de proyecciones.
Una reciente adición a esta saga con el nombre de la pintora que fue mas allá de su tiempo para quedar andando sin su permiso por el nuestro, es la muñeca Barbie. Esta muñeca, analizada a saciedad por muchas feministas, no solo ahora tiene su versión de Frida Kahlo, sino que ha puesto en aprietos a la fábrica Mattel, que, navegando las aguas de lo políticamente correcto, lanzó una nueva serie de barbies bajo el seductor título: “mujeres inspiradoras”.
Están tratando de disuadir a las madres más recientes, mujeres generalmente más educadas con respecto a los derechos de las mujeres a la igualdad de condiciones y representación política, de que sus productos no son dañinos para las mentes infantiles femeninas. Es obvio que quieren que estas madres sigan comprando a sus hijas las muñecas que ellas antes adoraban y que a lo mejor ahora cuestionan.
Pero, se han metido en líos legales, porque la corporación que da las licencias (Frida Kahlo Corporation, basada en Panamá), está peleando batalla legal contra una de sus exmiembros, una sobrina nieta de Frida, por haber dado permiso para hacer esta Barbie y ha parado sus ventas en México, por el momento. Entre otras cosas, dicen que por qué entre los implementos de la Barbie Frida no aparece su silla de ruedas. (¡Más emojis Munch!)
Este episodio es uno más donde la ironía rodea a la heroína: Frida Kahlo, comunista de confesión y acción, está siendo ahora explotada por una corporación. El capitalismo en su máxima expresión ha logrado suavizar su significado. Así hoy día, de Frida solo nos interesa que ella parecía ser interesante. Su trabajo artístico quedó reducido a una citación en Wikipedia. Si es que alguien se interesa por saber quién fue de veras, simplemente, Frida.