Probablemente en un futuro será una nación democrática, eso lo decidirán ellos con el tiempo.

Con suficiente claridad quedó establecido que la guerra contra Irak no presentaba ninguna de las motivaciones expuestas por la administración Bush. No se encontró evidencia alguna de la existencia de “armas de destrucción masiva”, tampoco pruebas de la presencia de focos de terrorismo de Al Qaeda.

No se pudo hacer evidente el hecho de que existiera un peligro que atentara contra los Estados Unidos proveniente de Irak.

Se pudo comprobar que Hussein agotó esfuerzos para obtener una comunicación directa con el presidente Bush y evitar la guerra, esfuerzo que fue infructuoso. Se justificaba el derrocamiento de Hussein, pero no la guerra contra un pueblo.

Irak fue desarmada, invadida, bombardeada, arrasada y destruida hasta sus cimientos. Saqueados sus milenarios valores y vencida después de 12 años de bloqueo militar y restricciones económicas. Los nazis respetaron los monumentos, museos y demás valores culturales de París cuando invadieron Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

En ese país del Lejano Oriente todo ha sido consumido, como se agota la sed insaciable del desierto: la infraestructura de los servicios elementales para la supervivencia humana, las escuelas, las vías de comunicación, los museos milenarios, sus edificios.

Todo ha sido devorado por un holocausto creado por los mismos iraquíes, para impedir la permanencia de las fuerzas invasoras de la coalición de 20 naciones.

La guerra contra Irak dejó irreparables consecuencias: una guerra civil interminable en la que se exterminaban los iraquíes unos a otros, en aras de un gobierno democrático que ellos consideran inaceptable por su ancestral cultura de gobiernos teocráticos. La paz del mundo podría estar cerca, pero sin extender un manto de falsa tranquilidad en la población de todos los países.

Bastaría que las naciones poderosas modifiquen un poco el rumbo de los sistemas políticos y diseñen un plan esquemático y nuevo de buenas relaciones, sin condicionamientos con todos los países de la Tierra, sin opresiones políticas, ni militares, sean cuales sean sus actuales sistemas de gobierno: capitalistas, monolíticos, socialistas, socialdemócratas, teocráticos, dictaduras.

Todos en un concierto de amistad universal como una gran formación de aves que vuelan en la misma dirección, apoyándose los unos en los otros, de modo especial cuando el hambre, la sed, las calamidades y desastres naturales azotan a las naciones pobres.