Papa caliente
Cuánta confianza despierta “la Conchi Araújo” que el alcalde Peñalosa le acaba de confiar nada menos que su principal “dolor de cabeza”: el transporte público de Bogotá, ampliamente deficitario, y sobreabundado en quejas, con escasos buses versus la demanda, reclamos por “toqueteos” a bordo, atracos y $30.000 millones anuales calculados en colados sin pagar, granadas y gases lacrimógenos a sus buses, etc. La excanciller de Uribe, y expresidenta de Mineros S.A., valiente como su combativo hermano Sergio, se le midió al reto. Suerte a la señora que se atrevió a aceptar semejante misión. Ojalá enderece a Transmilenio, “hueso duro de roer”. Eso me recuerda a que su parienta, doña Paulina de Castro Monsalvo, a los 80 años se atrevió a aceptar la Gobernación del Cesar, un trono lleno de espinas, en tiempos de “pescas milagrosas” en las carreteras, secuestros a los finqueros, pero salió adelante.
Aquí son malos, pero no tanto
El Transmetro de Barranquilla y Soledad sufre ataques cuando el amado Junior pierde, pero los agresores solo descalabran a los pasajeros, tan pueblo como ellos, a piedra corrida y más ná. Qué absurdo. ¿Deteriorar un medio de transporte público, tan necesario para el pueblo agredido, e inclusive para los mismos tirapiedras? El gerente, Ricardo Restrepo Roca, pacientemente los repara, no sé cómo, y sigue adelante. Pero además de los gastos, la frecuencia del servicio entre buses se alarga, los ingresos de la empresa se afectan y el público debe, irritado, esperar más tiempo en la Estaciones. Si el Esmad coincide con los ataques y les diera una correctiva palera, estoy seguro que los pasajeros agredidos y hasta los que esperan el servicio que no llega, pues los aplauden.
¿Quién tiene suero antiofídico?
Las “culebras financieras” pueden morder. Estados Unidos debe un 239% de su PIB, que equivale a USD20 billones. El senado le acaba de aprobar a Mr. Trump subir el techo de su deuda. Necesitan modernizar y reequipar a la US Army, Navy y Air Force. Se prospecta un espectacular desfile militar en Washington para impresionar a los embajadores de las potencias rivales. Con la ayuda de CNN el mundo será impactado. Japón tiene, según Visual Capitalist, muchísima deuda versus su PIB, pero sus acreedores son principalmente internos y los intereses que reconocen sus bonos son baratísimos. En Bogotá son cumplidos pagadores y ahora la deuda, que en estos últimos años se ha crecido, ya llega al 39,8% del PIB, comparados con Grecia, Líbano, Francia e Italia. Somos tímidos para pedir prestado.
Bogotá afecta la balanza comercial e inflación
El más grande volumen del comercio importador bogotano, versus las menores exportaciones que desde allí se generan, modifica los promedios nacionales. El investigador económico Daniel Niño encontró que: “Sin Bogotá, mientras el país bajó su déficit comercial, este se crece por la incorporación de las compras extranjeras de la capital. De todas las importaciones de bienes de consumo nacionales, las de Bogotá suman un 56%”. Cuando la tasa de cambio baja, Bogotá se motiva a importar y compra como nueva rica, pero exportando menos, se consumen los dólares que generan las otras regiones. Como concentra el mayor número de trabajadores con mejor ingreso, la demanda de sus consumos aportan un mayor porcentaje de la inflación nacional. Esta de un 4,41% en enero de 2018, nacionalmente, sin Bogotá, sería solo de 3,28%.
Los grandes acreedores
El Grupo Aval, con el Banco de Bogotá adelante incluyendo desde luego al fondo de pensiones Porvenir, que es un gran inversionista en TES Títulos de deuda del Tesoro Nacional, y el Banco de Occidente, financiador diversificado de muchos departamentos, distritos y municipios, son los mayores acreedores del Estado colombiano. El Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), con el Bancolombia y el Fondo Protección son inversionistas en TES, le siguen a corta distancia Davivienda, que aglutina ahora al incorporado y grande Bancafé de Panamá, es otro apoyador financiero de consideración del gobierno. Estos tres grupos son depositarios de la mayor cantidad de los recursos del público, que luego son confiados a la financiación del Estado.