En una reciente columna, publicada en el portal Las2orillas, Fanny Kertzman, ex directora de la Dian, ex embajadora y ex directora de la revista Dinero, hace un análisis acerca del comportamiento del dólar en Colombia. En su texto, la columnista explica por qué la influencia que tiene el narcotráfico en nuestra economía es la causa principal de que la divisa global no suba como se esperaría, dadas las actuales condiciones globales y locales.
Tiene razón en ese punto la señora Kertzman, quien es experta en el tema, aunque se equivoca en algo importante: la “narcotización” de la economía, aunque nos duela reconocerlo, en lugar de agudizar la pobreza, nos ha salvado el pellejo en varias de las crisis que han azotado al mundo últimamente.
Esto sucede, entre otras cosas, porque todos los días, todas las personas que viven, trabajan, comercian, tributan e invierten en Colombia, se benefician de las rentas del negocio proscrito, que por serlo es el más rentable de la historia. En otras palabras, todos ayudamos a lavar el dinero sucio de las organizaciones que dirigen la producción y exportación de narcóticos. Y, aunque lo nieguen de una manera sorprendente los especialistas en economía, tal y como lo hace la columnista en cuestión, tener a disposición esos recursos para inyectarlos a los sectores legales ha impedido, por ejemplo, que Colombia, que es un país dependiente de la exportación de hidrocarburos (sin ser petrolero), sufra una recesión dramática derivada de la caída de los precios mundiales del petróleo.
De manera que, mientras los países que exportan el llamado oro negro, la siguen viendo negra, aquí la situación no ha resultado particularmente tenebrosa como para hacer largas colas en supermercados casi vacíos. Suena perverso, y lo es, pero es nuestra realidad y debemos hablar de ella sin tapujos, manteniendo en su justa medida los argumentos económicos, los morales y los políticos.
No lo hace la señora Kertzman en su columna cuando, mezclando peras con manzanas, afirma que: “En caso de elegir un “gobierno de transición” o un gobierno de la izquierda, que no cree en las leyes del mercado, el país se arruinaría más rápido que Venezuela, puesto que nuestras reservas no están en la industria del petróleo, sino en la coca”.
No se entiende qué tiene que ver en este asunto el hecho de que suba al poder un gobierno de izquierda. No se explica uno la relación que tiene nuestra dependencia del petróleo, nuestra economía narcotizada y una improbable ruina económica, con la orilla política en la que esté matriculado el próximo presidente. Si la situación a la que hace referencia la columnista es el producto de decenas de gobiernos que defienden las reglas de la economía de mercado, si el narcotráfico es la más cruda consecuencia de la ley de la oferta y la demanda, no hay manera de analizar este asunto desde lo ideológico. A menos, claro, que se use un argumento cierto para justificar una conclusión falsa. De eso hablaré en mi próxima columna porque en esta se me acabó el espacio.
@desdeelfrio