La infraestructura vial es uno de los elementos fundamentales en una política pública orientada al desarrollo de una ciudad. Desde hace algunos años —con apoyo del gobierno central— se lograron recursos para mejorar cambiar la infraestructura vial en Barranquilla. Esto ha originado mejoras obvias en este sentido, especialmente las inversiones que implican obras a gran escala (dobles calzadas, nuevas vías, puentes, canalizaciones, etc.).

Sobre estos cambios mucho se ha mencionado y destacado, por ejemplo, aumento de la competitividad, atracción de la inversión privada, mayor productividad, menores costos de operación (costos de transporte interno), etc. Son, a grandes rasgos, importantes factores que permiten alcanzar claramente mayores tasas de crecimiento económico en la ciudad.

Pero en paralelo a este cambio a gran escala, también se presentó una verdadera transformación y se ve el impacto sobre en el desarrollo de la ciudad. Esos puntuales y múltiples cambios se han presentado en muchos (casi todos) los barrios de la ciudad, pero especialmente se han dado en las vías de las zonas del suroccidente y el suroriente. Esa inversión focalizada y dispersa en múltiples puntos cambió aspectos de la calidad de vida de miles de barranquilleros, especialmente durante los últimos diez años.

Como resultados del programa “barrios a la obra” luego de décadas, miles de barranquilleros tienen una vía pavimentada cerca de su hogar. Si bien algunos sectores tienen reparos ante la “política del concreto” de los últimos años (algunos con buenos argumentos debo decir), es evidente el impacto sobre la calidad de vida de miles de personas al comparar entre dos momentos del tiempo, cuando carecían de una vía pavimentada, lo cual marca un referente de desarrollo no solo en infraestructura sino también a nivel social, ambiental y económico en las comunidades.

El cambio en las condiciones de vida de los beneficiarios de las intervenciones de vías en el sur de la ciudad es enorme, esto se traduce en: menores tiempos de desplazamiento, menor incidencia de enfermedades, más rutas de transporte, mayor accesibilidad vehicular, mayores valorizaciones de sus propiedades, en términos sencillos, podría decir que esta inversión realmente consiguió un impacto socioeconómico positivo en esta parte de la ciudad, logrando mayores beneficios económicos que el costo de la inversión monetaria inicial. Ojalá todas las inversiones en infraestructura vial fuesen así.

*Profesor del IEEC, Uninorte. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de El Heraldo.