Ahora, cuando muchos talentos en Colombia están saliendo a la periferia, veamos en términos generales, y también íntimamente, la situación que viven los más afortunados: literatos, científicos, artistas y actores de telenovelas. El talento como tal vive una existencia efímera.

Su nacimiento, desarrollo y final me recuerda a la especie de tortugas marinas. Estas entierran en las arenas de la playa millares de huevos,que al cumplir su ciclo de gestación rompen la cáscara y afloran a la superficie para dirigirse ansiosamente a las aguas del mar, sin saber que el trayecto que deben recorrer se ha convertido en el apetitoso bocado para las innumerables aves carnívoras,que han permanecido a la espera de darse el gastronómico festín del año con los millares de neonatos quelonios.

Muy pocos logran trasponer la escena de la masacre y llegar vivos al elemento marítimo,donde asegurarán la subsistencia y la multiplicación de su especie tan pronto logren evadir a los devoradores del océano. Sus posibilidades de realización quedan represadas en las fauces del ‘egoísmo’.

Numerosos artistas estarán toda la vida a la expectativa de la ansiada oportunidad de actuar en dramatizados, de cantar ante un público; compositores que registraron sus partituras en las notarías, con la esperanza de escuchar sus creaciones interpretadas por un cantante de prestigio en un acetato y que terminan durmiendo el sueño en una polvorienta gaveta.

Tenores, barítonos, sopranos y contraltos que interpretan áreas de óperas mientras ejecutan trabajos de mecánica automotriz o diésel, en el mantenimiento de un ascensor o en la cocina de un restaurante.

Profesionales de la medicina, de la ingeniería, agentes de seguros, poseedores de privilegiadas cuerdas vocales que merecen inmortalizarse en un larga-duración, recorriendo todo el mapamundi promocionando el talento colombiano y rebajando de esta forma la cuota de minusvalía que el universo nos tenía reservada.

Y si por arte de magia o afortunado golpe del destino, un compatriota logra derrumbar la muralla de nuestro tropicalismo y conquistar países extranjeros, podrá expresar con orgullo que es un colombiano hazañosamente barranquillero.

Sin duda, los colombianos gozan del prestigio de ser quienes mejor manejan el idioma español, por la depurada construcción de sus frases, la riqueza de sus imágenes poéticas,incrustadas en sus largos monólogos, y además de la entonación vocal y cadenciosa de sus disertaciones. Todo esto les ha valido un crédito de admiración en los veintiún países de habla hispana.