Hace unas semanas llegó a mí este testimonio de dos turistas en Cartagena. Una mujer y su prima, ambas del interior, se quedaron en un hotel y se dedicaron a disfrutar las playas de Boca Grande. Casi al caer el sol, uno de los muchachos que ofrece paseos en jet ski les ofreció sus servicios y ellas aceptaron. Estando ya lo suficientemente lejos de la orilla para sentirse mar adentro, el tipo del jet ski comenzó a tocar a la turista, a poner sus manos en sus muslos y a restregarle una erección. Ella, muy asustada, finalmente logró que el tipo la devolviera a la orilla, pero no alcanzó a advertir a su prima que salió con él enseguida. A la mañana siguiente ambas hablaron, y resulto que a la prima el muchacho del Jet ski había llegado hasta a tocarle los pechos. Las turistas lo comentaron con el dueño del hotel, quien contestó que eso era un comportamiento común, y de paso les advirtió no salir solas a caminar por la calle, no vaya a ser que fueran confundidas con trabajadoras sexuales.
Por supuesto la denuncia por abuso sexual nunca llegó a la Policía, pues ellas ni recordaban el nombre del tipo, ni tenían pruebas o algo parecido. Como suele suceder en estos casos, solo tenían su historia, que, para mí, es suficiente para hacer una serie de preguntas sobre nuestra mayor ciudad turística y colonial.
¿Es común el acoso sexual a las turistas? ¿Qué puede hacer una mujer que ha sufrido un abuso como el de las turistas en el jet ski? No puedo imaginarme lo vulnerable que puede uno sentirse en esas circunstancias en medio del mar, o cuánto más ha podido pasar. Por mi parte puedo dar fe de que el acoso callejero es absolutamente insoportable y esto es especialmente grave en una ciudad que debería ser caminable en vestido de baño. ¿Qué mecanismos hay en Cartagena para denunciar, de forma rápida y asertiva, el acoso y abuso sexual? ¿Se están llevando campañas para que ni locales ni turistas sigan siendo unos acosadores?
Ya que el Concejo de la ciudad lleva años tan preocupado por la moral sexual de la ciudad, ¿no debería estar atento a que las turistas no sean acosadas o abusadas sexualmente? ¿Se está haciendo algo para mejorar las condiciones del trabajo sexual de manera que pueda diferenciarse de la trata? ¿Hasta cuándo se van a hacer los locos con el hecho incontrovertible de que Cartagena es destino de turismo sexual y mucho del que sucede es ilegal?
Sí, Cartagena tiene un problema con el sexo. Pero no porque se baile champeta y reggaetón. Tiene un problema con el sexo porque se niega a ver los abusos que ocurren a diario en cada esquina, porque es más barato, inútil y taquillero emprenderla contra un género de música y una forma de bailar. Y aunque quizás no les importen las mujeres, las turistas que llegan a gastar sí. Quizás es hora de capacitar a todos los prestadores de servicios en la Ciudad Vieja sobre qué es acoso y abuso sexual.
@Catalinapordios