Los sucesos que hoy vive Cataluña en España nos revelan los problemas que afronta un estado cuando no se ha negociado adecuadamente el tema de la autonomía territorial. Las cosas se salen de madre, surge el nacionalismo, el regionalismo fanático y la demagogia. Por ello, los temas regionales se deben atender a tiempo.

Llevamos más de un siglo luchando por mejorar las condiciones de nuestra Región Caribe, desde la Liga Costeña. Se ha ignorado nuestro rol en la historia nacional en el siglo XIX. Hoy, seguimos estrellándonos contra el duro centralismo capitalino, que no es de la buena gente de la capital, sino de la burocracia nacional centralizada en Bogotá. Desde allí quieren definir el desarrollo del país, con 32 departamentos y mil ciento veintidós municipios. Tarea imposible. El pasado 25 de septiembre, bajo el liderazgo del presidente del Senado, Efraín Cepeda, y la constancia de Eduardo Verano, despegó la Región Caribe. Se llenó el requisito de la emisión del concepto favorable de la Comisión de Ordenamiento Territorial (COT), exigido por la Ley 1454 del 2011, para crear la Región Administrativa de Planificación (RAP Caribe), desde el Sinú hasta La Guajira. No la confundamos con la Región como Entidad Territorial (RET), la cual supone la implementación del Art. 307 de la Constitución, la cual requiere un gobierno regional, con Gobernador Regional y Asamblea Regional.

La RAP no es otro Corpes. Es un ente público con personería jurídica y patrimonio propio, de carácter técnico. No solo se dedicaría a planear el desarrollo regional, sino que también ejecutaría proyectos con la Nación y los departamentos. Se concentraría en proyectos de verdadero impacto regional, que ayuden a disminuir la ventaja relativa que nos lleva el centro del país en todos los frentes. Además, llevaría nuestra vocería regional en los procesos de elaboración del Presupuesto General de la Nación y el necesario rediseño del Sistema General de Participación, y los replanteamientos del Sistema General de Regalías. Se trata de incrustar la Región entre el nivel central y los territorios para gestionar el desarrollo, para que nos oigan a tiempo, y no en forma tardía. No solo mejoraríamos nuestra educación sino también promoveríamos el desarrollo productivo, para que nuestros jóvenes preparados no tengan que irse a Bogotá o al exterior.

Hoy, la Nación recauda el 80% de los impuestos, mientras que departamentos, solo el 11%, y los municipios, el 8%. Una macrocefalia aberrante, donde todo se centra en una presidencia burocratizada, con sus programas presidenciales desparramados por el país. El uribismo en sus ocho años de mandato nos negó la regionalización. El santismo y su ministro Vargas Lleras nos dieron una LOOT fatal, con un Art. 32 que no permite financiar el funcionamiento de las regiones. Ya saltó el minhacienda con su excusa de siempre, a decir que no hay plata y que no se puede. Obviamente no se puede con el actual ordenamiento jurídico, por eso hay que cambiar la LOOT y obligar a destinar partidas para que esto comience, con una nueva ley de regiones. Derrotemos el pesimismo y el escepticismo. Se empezó a hacer la tarea. Paso a paso, golpe a golpe. Necesitamos presidente y partidos comprometidos con esta tarea, sin ñoños ni corruptos.