Por estos días, hace casi 50 años, los colombianos estaban pegados a sus radios caseros y transistores. No era la Vuelta a Colombia, ni Kalimán lo que escuchaban. Se trataba del que ha sido el debate de control político más extenso en la historia del Congreso de la República. Y fue el que Nacho Vives, el controvertido abogado y dirigente samario, les hizo a quienes eran gerente del IFI, Miguel Fadul, y ministro de Agricultura, Enrique Peñalosa. De paso intentaba tumbar al presidente de entonces, Carlos Lleras Restrepo.
Vives era senador y fue siempre un hábil litigante. Tanto que entre los abogados se dice que fue “el padre del derecho electoral colombiano”. Como gran orador, Vives se tomó la palabra desde el comienzo de cada tarde, hasta el final de cada noche, y algunos amaneceres, del 20 de julio al 11 de septiembre de 1969. El origen del debate fue una denuncia contra Vives por parte de Peñalosa, por cierto, padre del actual alcalde de Bogotá. La denuncia acusaba al congresista costeño de tráfico de influencias en un proceso relacionado con una finca. Habilidoso como era, Vives intuyó que, si de denunciado pasaba a denunciante, podría sacar provecho electoral. Y así fue, porque hizo una carrera política por su oratoria en el debate de 1969, y en las elecciones de 1970 logró el récord de hacerse elegir en 565 concejos y en 18 asambleas, dado que la ley lo permitía.
En unas memorias, uno de los hijos de Lleras Restrepo, el constituyente y ex candidato presidencial Carlos Lleras De la Fuente, señala que su padre actuó con ingenuidad frente a Fadul y Peñalosa. Ambos le aseguraron que antes de posesionarse en los respectivos cargos, habían cancelado su participación como socios en una firma de consultores, pero que todas las noches, cuando se inició el candente debate, los propios Fadul y Peñalosa sacaban de sus oficinas privadas los libros de contabilidad que los involucraba en el escándalo.
Por un lado, Lleras Restrepo, abuelo del actual candidato por firmas Germán Vargas Lleras, gozaba de fama de ser corajudo, tanto que, durante los días del debate, su familia y su jefe de seguridad tuvieron que disuadirlo de ir armado al Capitolio para enfrentar a Vives, quien lo agredía verbalmente sin misericordia.
Lleras Restrepo no cayó. La gente lo sigue recordando como el presidente que mandó a dormir a los colombianos a las ocho de la noche y como el mismo mandatario que les dijo a los barranquilleros que el puente sobre el río Magdalena se hacía como se hizo o no se hacía, en parte por las discrepancias locales, en parte por un cierto desamor con esta ciudad.
El debate de Nacho Vives no tumbó al Gobierno, pero ha pasado a la historia como el más extenso de control político en el Congreso, una institución que por estos días carece de debates, los que más se escuchan son vergonzosos escándalos.
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