La mayoría de los barranquilleros cumplimos con una cotidianidad que incluye el obligado desplazamiento desde el lugar de residencia hacia colegios, universidades, sedes de trabajos, visitas, diligencias varias, etc., y posteriormente el regreso. Es por lo anterior que resulta indispensable que esos desplazamientos se logren dentro de las condiciones y tiempos normales para una ciudad del tamaño y población que tiene Barranquilla. Si esos tiempos exceden en demasía para las distancias recorridas, entonces se concluye que la movilidad está colapsada. Eso está pasando hoy en muchos sitios de la ciudad y nos afecta a todos, usuarios de buses, taxis y carros particulares.
Pero así mismo hay que reconocer que ha sido un verdadero acierto de la Secretaría de Movilidad la contratación de un crecido grupo de orientadores de movilidad que logran organizar el tráfico en los cruces más conflictivos, en la medida que los desordenados conductores locales lo permiten. Sin estos reguladores el caos sería aún de mayores proporciones. Hay que aplaudir esa decisión de dicha Secretaría, así como a los orientadores y orientadoras que hacen bien su trabajo. Personalmente, siento mayor confianza con estos que con los agentes de Policía cuando están haciendo la misma función, porque se sabe que los reguladores no están facultados para imponer comparendos, pero los policías sí, y jamás he visto que uno haya multado a un conductor por obstruir un cruce y con esa actitud tirarse el tráfico de varias cuadras.
También es cierto que la sistemática obstrucción en las intersecciones, impidiendo el libre tránsito a conductores en las vías obstruidas, es en Barranquilla el mayor generador de los llamados trancones, y de estrés, a quienes con paciencia, desespero o impotencia nos toca esperar por la inconsecuencia, falta de civismo y de consideración de aún un elevado porcentaje de conductores locales. Pero últimamente, y es una situación reciente, se aprecia un positivo cambio de actitud de muchísimos conductores que ya no están obstruyendo cruces, sino dejando libre el necesario espacio para permitir el flujo vehicular, inclusive a quienes girando quedan delante de esos respetuosos conductores. Y es que supone uno que debería generar mayor satisfacción a una persona normal el agradecimiento expresado o no, por aquellos a quienes se les deja transitar, cumpliendo las normas institucionales, de sana convivencia y cortesía, que cuando de manera egoísta y hasta culpable se encuentra estorbando el tráfico, cual vaca muerta, afectando a terceros sin ningún beneficio porque seguirán atrancados en la fila. Si esta buena actitud se incrementa y se generaliza, cambiará positivamente la movilidad vehicular de nuestra ciudad. Es por lo anterior que sugiero e invito a aquellos amables lectores, que no son tan amables cuando de conducir se trata, a que desde hoy cambien de actitud y cedan siempre el paso. Seguro se sentirán mucho mejor. Y más, si hacen lo mismo con los peatones, acompañado de un gesto amable que con certeza será correspondido. Pruébenlo así sea por un día, pero mejor aún por una semana, para que se les convierta en hábito.
nicoreno@ambbio.com.co/ @nicorenowitzky