Cuando apareció Holanda en el Mundial de 1974 en Alemania, impresionó al mundo del fútbol por su avasallante manera de jugar. Nos parecía que jugaban con más de once, por la velocidad con la que se desplazaban –supersónica para la época–. Fútbol total, le llamaron. El Barcelona de Guardiola con un ritmo más cadencioso y adueñándose del balón también nos hacía creer, como Holanda, que jugaban con más de once. Fútbol total, también le dijeron. Pero el fútbol total del Real Madrid de los últimos partidos de la temporada anterior y el del inicio de esta, al que yo quiero referirme en estas líneas, no necesariamente tiene que ver solo con el vértigo de Holanda y el toque del Barcelona.
Este Madrid es fútbol total, porque en mi opinión, es capaz de encontrar las mejores soluciones, de altísima calidad, a todas las situaciones del juego. El Real Madrid tiene, hoy por hoy, el comportamiento perfecto para cada momento que el partido vaya mostrando. Empiezo por decir que domina territorialmente y desde la supremacía técnica, individual y colectiva, como equipo grande que es.
Sale jugando con los del fondo y pasa luego por el radar y la sensibilidad y poder de distribución de sus medio campistas. Acelera con los laterales y encuentra el poderío goleador de sus atacantes. Pero si a veces no domina así, entonces el letal en el contraataque. Pecado capital de su rival si pierde un balón en ataque con sus defensas adelantados, porque le aparecerán, cual enjambre, cuatro, cinco jugadores blancos, haciendo gala de una espectacular, y nada fácil, precisión en velocidad para culminar, casi siempre, en el arco enemigo.
Pero si aun con eso no alcanza para doblegar al contrario, entonces el Madrid recurre al juego aéreo: Ramos, Cristiano, Varane, Bale, Benzema y Casemiro. Madrid puede atacar a ras y por el centro, por las puntas con delanteros y los estupendos laterales que tiene. En corto, en largo. Con más pases, con más velocidad, con fuerza, con habilidad. Y todo lo hace bien. Si todo ese catálogo no es suficiente, entonces la media distancia aparece, con balón detenido o en movimiento. Madrid, además, se sabe defender replegándose y también ejerciendo presión arriba en la salida del rival. Total, fútbol total. Y si todo lo anterior no fuera ya bastante, también es capaz, por su espíritu híper ganador, de remontar resultados en situaciones extremas. Su grandísima historia no le permite relajarse ni darse por vencido nunca. Y de contera encontró un novel técnico, tan sabio afuera como sabio era en su etapa de extraordinario jugador, que convenció a Cristiano que rotando no haría más goles que Messi, pero haría los goles de los títulos.