Ciro Quiroz siempre ha sido inquieto para investigar y conocer de primera mano las historias y los personajes de su tierra. En una bella crónica que escribió tiempo atrás, describe así la llegada del fotógrafo Nereo López a Valledupar a mediados de siglo pasado.

“Nereo, que había sido amigo de infancia de Manuel Zapata Olivella en Cartagena, recibió un día una carta del médico originada en La Paz (Cesar). Lo invitaba a participar en un reportaje gráfico sobre unos músicos de acordeón que ejecutaban sus melodías usando guacharaca y tambor, cuyas letras narraban con humor los sucesos de la comarca. Allí, conoció a Rafael Escalona en casa de María Calderón, único sitio donde vendían cerveza fría con el inconveniente del viejo y destartalado enfriador, que unas veces enfriaba y otras no. Los sedientos clientes debían conformarse con la mala noticia de la propietaria, que les decía con cara de desazón: “el aparato no quiso colaborar”.

Es tanto lo que se ha escrito y contado sobre Escalona que sorprenden nuevas miradas sobre este personaje. Quiroz, quien fue su amigo personal, acaba de publicar un libro llamado Y les cayó la gota fría, donde recuerda la lejana vocación del maestro por la abogacía y pasa luego a describir con lujo de detalles, a partir de media docena de sus cantos, la influencia del derecho en sus composiciones. Pudo haberlo titulado El derecho penal en la música de Escalona, pero el libro no va solo de eso. Quiroz nos lleva de la mano para mostrarnos también la historia de personajes del folclor nacional, como Hernando Marín Lacouture, Jorge Villamil y Emiliano Zuleta.

Así como con la música del maestro del vallenato, el libro hace lo propio con muchas otras canciones, no ya vallenatas sino de otros géneros musicales de importancia en todo el mundo, tal cual sucede con Cambalache, uno de los tangos más grabados a lo largo del mundo; con El preso o con Pedro Navajas. En estos casos, el derecho penal pierde importancia y el protagonismo corre por cuenta del significado que cada canto específico juega en la sociedad actual. Quiroz se toma el trabajo de deconstruir estos cantos, en más de una ocasión palabra por palabra, verso por verso, hasta descubrir para el lector una narrativa novedosa.

Pero el libro es mucho más que un extenso ensayo sobre la música popular. Quiroz aporta también una reflexión sobre la Colombia actual, más allá de la coyuntura del conflicto y la reconciliación. Como si se tratara de su testamento intelectual, enumera los más importantes cambios sociales, desde lo popular –y he ahí lo que hace más interesante su mirada– que viene enfrentando Colombia desde la última mitad del siglo XX. Lo hace a partir de una serie de ensayos cortos enriquecidos con historia, literatura, pasajes religiosos y, por supuesto, filosofía popular, una faceta en el que su autor se ha distinguido desde sus inicios como estudiante de derecho en la Universidad Nacional.

@sanchezbaute