Uno de los factores que facilitan el asentamiento de la población en los territorios es la calidad del medio ambiente. Si bien hoy Barranquilla cuenta con algunas zonas verdes recuperadas (parques), aun está muy por debajo de los estándares nacionales e internacionales. Las últimas mediciones (2015) realizadas por el Ministerio de Medio Ambiente —mediante el Índice de Calidad Ambiental Urbana (Icau), comprendido por 17 indicadores— revelan que Barranquilla, con un puntaje de 21.7 sobre 80, tiene un bajo índice de calidad ambiental, situándose por debajo de Medellín, Bogotá e Ibagué, las cuales presentan una calidad ambiental media.
En un análisis del discurso sobre el plan de gobierno de Alejandro Char, encontramos que solo se cita dos veces el término “medio ambiente” y una vez “cambio climático”, frente a 23 menciones del “espacio público”, lo cual indica el nivel de prioridad que tendremos en el tema; lo cual contrasta con los compromisos asumidos por Colombia con los nuevos Objetivos del Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En las mismas mediciones de Barranquilla Cómo Vamos, los ciudadanos se han venido manifestando sobre la destrucción de las zonas boscosas de la ciudad, el nivel excesivo de basuras en las calles, contaminación por aguas residuales, altos decibeles de la música que exhiben los establecimientos de diversión cercanos a las zonas residenciales, deterioro de la flora urbana con la existencia de la pajarita y, vendedores y recicladores con megáfonos en mano circulando ruidosamente por la ciudad sin control alguno. Esto, sin contar con la contaminación visual que está generando la cantidad de cables de televisión amarrados a los postes, sin que ninguna instancia de la Alcaldía se pronuncie. Pareciera que hubiese un vacío institucional entre la Secretaría de Planeación Distrital y el Departamento Administrativo de Medio Ambiente de Barranquilla (Damab), que obliga a una urgente intervención por parte del nuevo alcalde.
En este sentido, ante el reto de construir una Barranquilla que sea Capital de Vida, se debe emprender un programa de reingeniería en el Damab, que lo lleve a modernizarse y a mostrar indicadores de eficiencia y eficacia en el uso de los recursos de todos los barranquilleros. El manejo del medio ambiente no tiene una hoja de ruta que pueda señalar la superación de los problemas de contaminación de aire, suelo y agua. La institucionalidad ambiental de Barranquilla está muy cuestionada por los malos resultados alcanzados por el Damab, inclusive muchos barranquilleros no están enterados de que exista una autoridad que pueda defenderlos en el caso de una eventual violación de sus derechos ambientales.
Por tanto, es deseable que el futuro plan de desarrollo de Barranquilla cuente con un capítulo dedicado al manejo ambiental urbano. Es preocupante leer el plan de gobierno propuesto por el alcalde electo 2016 – 2019 y no encontrar propuestas concretas alrededor de este tema importante para que la ciudad sea considerada Capital de Vida.
*Doctor en Economía y coordinador del doctorado en Ciencias Sociales de Uninorte.