La población barranquillera está de acuerdo conque la ciudad cambió su rumbo de desarrollo desde hace una década, aproximadamente.
Los ejercicios realizados por Barranquilla Como Vamos identifican la percepción ciudadana de progreso y desarrollo a partir, principalmente, de los avances urbanísticos y el auge de la industria de la construcción. Sin embargo, hay un indicador que no sale bien librado en los seguimientos del Gobierno nacional: calidad de la educación, en el que Barranquilla se raja por completo.
La educación recibida por los jóvenes barranquilleros no es la más adecuada frente al gasto educativo local que figura dentro del presupuesto del Distrito. Según el ministerio de Educación, Barranquilla ocupa el puesto 19 de 24 ciudades evaluadas a partir de las pruebas Saber 11, lo cual resulta muy preocupante.
Sin duda, la ciudad avanzó notablemente en cobertura a partir de la construcción de megaestructuras que aumentaron los cupos para los niños y jóvenes en edad escolar; sin embargo, no ha mostrado logros significativos que permitan destacarla como una ciudad bien educada. Lo que indican las cifras es que probablemente los dos gobiernos anteriores se concentraron en garantizar cobertura universal, dado el déficit que encontraron, y descuidaron la cualificación de la formación.
Mientras tanto, Bucaramanga, Tunja, Pasto, Manizales, Villavicencio y Yopal se constituyeron en las primeras seis ciudades, conjuntamente con Bogotá, en incrementar los niveles de calidad educativa, inclusive ubicándose por encima del puntaje promedio nacional (siendo para 2015 de 250).
Barranquilla, conjuntamente con otras cinco ciudades (Montería, Valledupar, Cartagena, Riohacha y Santa Marta), registra tendencias contrarias y ostenta los últimos lugares en el ranking nacional. Uno de los retos más importantes de las agendas públicas de estas ciudades, por tanto, es desplegar estrategias que reviertan los malos resultados, si aceptamos, como debemos hacerlo, que ahí se concentrará uno de uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible con los que tanto el Gobierno nacional como los gobernantes locales,deberán comprometerse para los próximos 15 años.
Para el caso de Barranquilla, en la perspectiva de constituirse Capital de Vida, y sin pretender que sean las únicas opciones estratégicas, el Gobierno distrital debería estudiar las instituciones educativas locales que están obteniendo excelente resultados en las Pruebas Saber 11 (incluyendo experiencias nacionales e internacionales a través de vigilancia del mercado educativo), y a partir de allí, constituir un banco de lecciones exitosas que permita tener a disposición de los rectores las soluciones a los problemas que puedan presentárseles en su gestión educativa.
Otra posibilidad con resultados en el mediano plazo es la implementación de una política distrital de evaluación docente, acompañada de planes de incentivo. La economía nos enseña, a través de la teoría de la agencia, que el logro de las apuestas de futuro depende de qué tanto el agente estimule al principal. En este caso, el gobierno distrital es el agente y, el principal son los profesores. En la perspectiva de alcanzar las metas propuestas en calidad educativa, el gobierno distrital debe estimular a los profesores y, para ello debe disponer de un plan de incentivos que invite al docente a mejorar sus competencias y estar comprometido con la calidad educativa. Este plan puede incluir, desde reconocimiento nominales a la labor adelantada hasta incentivos económicos.