La tarjeta de presentación de Emilianito es su corazón, pues es un hombre sensible con una historia propia, única y relevante; impactó nuestra música vallenata por la creatividad de sus canciones, donde se destacan las melodías y las letras originadas por hechos concretos

De su padre Emiliano Zuleta Baquero recibió el don de la música, en la canción La herencia que le compuso, le reconoce su descendencia musical. Esta bella obra que grabó en un sencillo con los integrantes del conjunto de su gran amigo Alfredo Gutiérrez y en el cual aparece también la canción Ave peregrina, del compositor Raúl Garrido, le sirvió para darse a conocer como acordeonero y como compositor.

El hijo de Carmen Díaz es un hombre de pocos amigos, a quienes constantemente les da cariño a través de un sin número de detalles. Es habitual verlo acompañado de sus cercanos parrandeando; considera que “una parranda con más de 5 personas es una caseta”. Cuando lo hace es porque su estado anímico se lo exige, o cuando quiere complacer a quien verdaderamente quiere, pues siendo un hombre desinteresado solo da afecto.De allí que sus expresiones y emotividad son superlativas cuando se encuentra con su gente.

No hay dinero en el mundo que lo motive para hacer algo que él no sienta, es tan cariñoso que es capaz de darlo todo por atender. Su actividad musical lo ha llevado a trajinar con muchos amores, ha amado intensamente y cada uno de esas vivencias las ha dado a conocer en sus canciones. Es un hombre delicado que quiere intensamente o aborrece para siempre. El amor por su acordeón es total, a través de este bello instrumento expresa sus sentimientos, adornado con bellas melodías que solo él sabe crear .

La fuerza de sus creaciones es inigualable, por eso escucharlas es transportarnos a esos momentos que vivió y lo inspiraron. Jamás podré olvidarme del origen de su obra Mañanitas de invierno; me contó Mile que un mes de mayo se fue con Yesenia, su compañera, a dormir en su Finca Las Matildes, cerca a Urumita. “La mañana era lluviosa, las gotas que golpeaban alegremente el techo de zinc me despertaron, me levanté y me fui caminando a una rosa que tenía cerca a la casa donde había un cultivo de plátano. En un segundo las nubes propias del invierno oscurecieron la mañana, pero la garúa que acechaba me mantenía alegre al contemplar el ambiente que me rodeaba; de pronto sentí a alguien detrás de mí que me tomaba por la cintura, sorprendido me volteé y encontré a mi mujer a quien abracé intensamente, en ese instante mágico contagiado por el momento que vivíamos nos besamos con intensidad.

Susurrándole al oído, estreché su cuerpo apasionado y le dije “vamos para adentro que nos vamos a mojar, quiero hacerte sentir más mujer” así nació esta canción que tan gratos recuerdos me trae. Incluso Gabriel García Márquez me dijo un día en Cartagena: Emilianito esa canción Mañanitas de invierno describe la forma más elegante de decirle a una mujer “quiero hacer el amor contigo”.Emiliano, que desciende de padres sencillos y trabajadores del campo pero con una genialidad indiscutible, fue dotado de un aura fantástica que hizo posible la gestación de un músico dotado de cualidades incomparables para componer y ejecutar sus bellas canciones que todos conocemos y que han engalanado nuestra música vernácula. Sustentados con su ingenio y la pasión por este género musical que desde niños escucharon, tuvo el valor arriesgado y ambicioso de crear con Poncho, su hermano, el reconocido conjunto Los hermanos Zuleta, hoy día orgullo de todos.

Emiliano no tiene prisa, es pragmático, noble y sentimental, vive la vida buscando amores y cultivando el cariño de sus amigos, consciente de que la manera de dar, vale más que lo que se da, y que quien busca solo aplausos, pone su felicidad en manos ajenas. Muchos de sus recuerdos lo llevan a la melancolía, pero la esperanza de algo mejor motiva su alegría. Cuando le llega la inspiración, estimula la melodía con las notas de su acordeón sin seguir patrones musicales. Todo le brota natural, ¡así son las personas diferentes!

Definitivamente solo viven aquellas personas que crean.

Por Ricardo Gutiérrez G.
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