La diversidad del lenguaje es un castigo divino. Lo deducimos de aquel pasaje bíblico que nos relata la construcción por parte del hombre, de la famosa torre de Babel con la idea de llegar hasta el cielo y mostrar que tenía poderes semejantes a los de Dios.
Que el hombre, actualmente, pretenda tener un solo lenguaje universal, posiblemente llegue a constituir una presunción peor que la de los constructores de la torre de Babel. Se le estaría exigiendo a Dios un arrepentimiento por el castigo asignado al hombre en el momento de la confusión de lenguas. Arrepentimiento que no es imposible en Dios, porque tenemos noticia de otros, narrados en la misma biblia: Se arrepintió de haber creado al hombre y fue entonces cuando desató el famoso diluvio universal, del cual también se arrepentiría cuando puso su arco en el cielo como señal de que este fenómeno no se repetiría. Pero estos arrepentimientos emanaron de alguno de sus atributos, la omnipotencia o la bondad. No fueron por exigencia de alguna de sus criaturas.
Pero ¿Sera posible pensar que, en algún momento, podamos retroceder a los tiempos en que solo existía una lengua? No conozco ninguna propuesta en tal sentido; pero cualquiera se puede imaginar su existencia, respecto a determinado idioma que no es necesario mencionar, cuando detectamos circunstancias que lo sugieren, como, por ejemplo: la imposición de su estudio obligatorio, la invasión de avisos en este idioma en cualquiera de las ciudades del mundo, la propaganda a métodos que permiten su aprendizaje rápido, crucigramas que exigen responder en esa lengua
No estoy en contra de ese momento en que todos nos entendamos y lo espero; pero no como el producto de una pretensión egoísta, sino como fruto de la tecnología; invento del hombre, a través del cual, Dios sigue actuando como creador.
Carlos A. Hernández García