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Barranquilla viene creciendo y, como ocurre en las grandes ciudades de Colombia y del mundo, lo hace cada vez de manera más organizada. En los últimos 20 años, la ciudad y su área metropolitana han experimentado una transformación urbanística impulsada por la planificación.

Esa estrategia ha permitido que las nuevas ofertas de vivienda lleguen acompañadas de parques, colegios, centros comerciales y transporte público: una mezcla que reduce tiempos de viaje, activa la economía de barrio y mejora la calidad de vida de las familias.

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En ese sentido, Jorge Segebre, presidente de Camacol, afirmó que Barranquilla le está apostando a un urbanismo de alto nivel.

Recordó la ciudad de hace años, cuando barrios como Paraíso y El Silencio tenían calles estrechas, pocos parques, escasa vegetación y era el Estado el que asumía la carga de las vías y los servicios públicos.

“Hoy la realidad es otra, y eso se ve en desarrollos como Alameda, Puerta Dorada, Ciudad Mallorquín, Villa Carolina, Lago Alto. Son proyectos que se entregan con vías, parques y zonas comunes desde el inicio, algo que antes no se hacía”, señaló.

También destacó que los metros cuadrados de zonas verdes por habitante han mejorado notablemente. “Hay que reconocerle a Argos que ha hecho un urbanismo de clase mundial. Hoy Barranquilla tiene ciudades de cinco minutos”, expresó.

El líder gremial agregó que actualmente en la ciudad se están moviendo entre 17.000 y 24.000 viviendas en proyectos urbanísticos.

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Asimismo, resaltó que el desarrollo del Malecón es “espectacular para la ciudad” y refleja una transformación profunda. “Barranquilla dejó de ser pequeña y de proyectos parroquiales. Hoy es una ciudad de clase mundial, con un nivel urbano impresionante”, subrayó.

La informalidad urbana

Elkin Velázquez, director regional de ONU-Hábitat para América Latina y el Caribe, ha insistido en que la informalidad urbana no surge por azar, sino como consecuencia directa de la falta de suelo disponible en condiciones adecuadas para los hogares de menores ingresos.

Advierte que cuando las ciudades no habilitan suficiente suelo apto y asequible, el crecimiento se vuelve desordenado: se expanden periferias sin servicios, se encarecen las soluciones habitacionales y se profundizan las desigualdades urbanas.

Ciudades sostenibles

Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, la urbanización ha aumentado de forma continua en las últimas décadas: en 1950 el 29 % de la población mundial vivía en ciudades, hoy supera el 55 % y para 2050 podría llegar al 68 %.

En ese escenario, la planificación urbana que se haga ahora será determinante para definir cómo vivirá esa población en expansión.

En ese sentido, Alejandra Robledo, directora ejecutiva de Sostenibilidad de Constructora Bolívar, explicó que una buena planificación permite adaptar las ciudades a las necesidades actuales y futuras, promoviendo movilidad sostenible, acceso a servicios esenciales y conectividad entre espacios urbanos y naturales.

Señaló que en el caso de Barranquilla, la infraestructura ha sido clave para consolidarla como un destino atractivo para inversionistas, constructores y compradores.

“La modernización del transporte, la recuperación de espacios públicos y proyectos ambientales como la Ciénaga de Mallorquín han hecho de la ciudad un entorno más habitable y sostenible”, sostuvo

Este año el mercado inmobiliario ha mostrado una respuesta muy positiva hacia proyectos bien planificados. Esto lo han reconocido los compradores como un valor agregado en términos de calidad de vida, sostenibilidad y bienestar integral, incluso, aseguró, aunque esto implique un costo adicional.

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Robledo recalcó además que Barranquilla ha avanzado significativamente en sostenibilidad urbana. “Durante más de 17 años, la ciudad ha implementado procesos de planeación y transformación que hoy se reflejan en la calidad de vida de sus habitantes”.

Ventajas del urbanismo formal

El crecimiento urbano formal no solo es compatible con la naturaleza, sino que puede convertirse en un motor para recuperar ecosistemas, mejorar los entornos y promover un desarrollo que integra ciudad y ambiente.

Un ejemplo claro es la ciénaga de Mallorquín, donde, gracias a las medidas ambientales exigidas por la normativa para los proyectos urbanos, el ecosistema ha logrado recuperar cerca de 15 hectáreas, demostrando que lo urbano y lo natural pueden coexistir cuando hay planificación.