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Tradicionalmente el nombre de la nueva era japonesa se anuncia poco después del fallecimiento del emperador. El 7 de enero de 1989, cuando Hirohito murió, Japón se encontraba en el año 64 de la era Showa (1926-1989) y de la noche a la mañana pasó a la era Heisei.

Esta vez es diferente. El 125º emperador de Japón, Akihito, expresó en 2016 su deseo de retirarse debido a su edad y a su estado de salud. Se adoptó entonces una ley excepcional para permitirle pasar el relevo en vida.

Los preparativos se iniciaron hace meses, al igual que los debates, en el más estricto secreto, para elegir el nombre de la nueva era. Se anunciará solemnemente el lunes a las 11:30, hora local, exactamente un mes antes de que el príncipe heredero Naruhito ascienda al trono del Crisantemo.

Los fabricantes de calendarios, la administración, los colegios u hospitales usan la fecha de la era en sus documentos, junto a la del calendario gregoriano. Tendrán poco tiempo para organizarse. Las monedas también tienen que ir acuñadas con el nuevo sello.

La práctica de la era ('gengo' en japonés) se remonta a la antigua China pero solo sigue vigente en Japón.

Según los historiadores el país tuvo casi 250 eras, o sea muchas más que el número de emperadores, porque antes se acostumbraba a cambiar de nombre después de catástrofes naturales o de acontecimientos relevantes.

La elección del nombre se hace siguiendo un proceso riguroso que no depende de la Casa Imperial, sino del gobierno.

El término seleccionado debe ser inédito, reflejar los ideales de la nación, estar compuesto por dos ideogramas, ser fácil de escribir y de leer y evitar los nombres de personas, compañías o lugares. A modo de ejemplo Heisei significa 'culminación de la paz'.

No podrá probablemente comenzar por las letras M, T, S y H, ya presentes en muchos formularios administrativos en referencia a las eras de Japón desde 1868: Meiji, Taisho, Showa y Heisei.

Nostalgia

Los japoneses se divierten haciendo pronósticos y algunos apuestan una botella vintage de sake del año 1 de la era Heisei (1989). Abundan las exposiciones, los programas de televisión y los artículos de prensa sobre el tema.

Un ambiente que contrasta con la melancolía de los últimos meses de la época Showa, cuando Hirohito luchaba contra la muerte, cuenta Junzo Matoba, un alto cargo que participó en la transición en segundo plano.

'Algunos pensaban que era una falta de respeto' preparar la era siguiente mientras el emperador estuviera vivo, declara el octogenario. 'Yo tenía que trabajar en secreto'.

Recuerda las consultas delicadas con expertos, con un ego a veces desmesurado. Se creían el 'Monte Fuji', bromea. 'Sentía que estaba ante una tarea muy difícil, con una espada de Damocles sobre la cabeza'.

El emperador, que asumirá el 1 de mayo, queda asociado para siempre a su era, señal de la importancia concedida a este sistema.