Una pizca de polvo de hueso de chimpancé, saliva de geco, una gota de cerebro de buitre.
No son los ingredientes del potaje de una bruja de cuentos, sino algunas de las preciadas sustancias que impulsan el multimillonario tráfico ilegal de partes de animales, pregonadas como remedios milagrosos para una multiplicidad de padecimientos, desde el asma, al cáncer o el sida.
Junto a productos más conocidos como el cuerno de rinoceronte, las escamas de pangolines o los huesos de tigre, el tráfico de otras sustancias —a menudo de especies en peligro o amenazadas—es más secreto, aunque no menos rentable: caballitos de mar disecados, garras de perezosos, branquias de mantarrayas o embriones de macacos.
Y aunque algunos de estos elementos forman parte de recetas ancestrales prescritas por médicos tradicionales en Asia y África, otros son simplemente vendidos como falsos medicamentos milagrosos por charlatanes, subrayan los expertos que, reunidos en Medellín, además advierten sobre una extinción masiva de especies.
'Nunca criticaremos las prácticas tradicionales', dice John Scanlon, secretario general de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas, pero denuncia a aquellos que abusan de personas 'muy vulnerables' al ofrecerles 'ciertos productos de la vida salvaje como poseedores de propiedades que no están con la medicina tradicional'.
Estos incluyen los cuernos de rinoceronte para curar el cáncer, una afirmación no demostrada que contribuye a diezmar las poblaciones de esas majestuosas bestias.
En 1960, unos 100.000 rinocerontes negros vivían en África. En 2016 había menos de 28.000 rinocerontes de todas las especies en África y Asia, según un informe de la ONU.
Bilis de oso
'La crisis actual de la caza ilegal de rinocerontes, que comenzó alrededor de 2007 (...), tiene sus orígenes en uso medicinal falso', subraya Richard Thomas, de la organización Traffic.
Un aumento de la demanda en Vietnam se adjudica a las declaraciones de un personaje político a mediados del 2000 que afirmó que el cuerno de rinoceronte le curó de un cáncer.
'Eso no tiene ninguna base científica, pero es casi seguro que el mito urbano condujo a la crisis', insiste Thomas.