La calle 84 es un referente en la ciudad. El ambiente nocturno, que ha reinado por más de cuatro décadas, ha hecho que esta zona sea denominada la ‘calle de la rumba’. Su época dorada fue a finales de los años 80 y los 90, cuando la proliferación de establecimientos hizo que esta parte de la ciudad estuviese
en el radar de los cazadores de fiestas.
Uno de los aspectos fundamentales para que esta parte de la ciudad fuera considerada como la zona del disfrute nocturno por excelencia, sin duda, fueron las victorias de la Selección Colombia, las cuales, desde 1989, año en que la Arenosa fue designada como la ‘Casa de la Selección’, se celebran ahí con ímpetu y jolgorio.
La 84 se transformó en el punto de encuentro de los fanáticos de la Selección y también de las celebraciones de los títulos del Junior, en especial del recordado campeonato de 1993, cuando una marea rojiblanca se apoderó de la vía hasta el amanecer del siguiente día. El fútbol marcó el despegar definitivo de una calle en la que bares y discotecas como El gato cervecero, El Sheriff, Flash Back, Mi Viejo San Juan y Mamá ya lo sabe, entre otros, se alternaban con restaurantes de todo tipo de comida. La rumba comenzaba en la carrera 43 y terminaba en la 55.
Pero no todo era licor y baile, la 84 también era la calle de las comidas rápidas. Pizzería Nápoli, Mario Bross, Kokorico y otros restaurantes abastecían de perros calientes, hamburguesas y pizzas a los rumberos, que salían de los bares para recargar baterías con alguna delicia llena de salsa tártara o frituras, y a las familias que iban solo a comer en la zona rosa de Barranquilla.
Fabio Café-Restaurante, Licores Fabio para la época de su apertura en 1989, está ubicado en la 84 con 53. Su existencia ha marcado a varias generaciones que, aún hoy, visitan con frecuencia el lugar para tomar cocteles o pedir algo de la variada carta.
Roberto Ávila Hernández tiene 53 años y ha trabajado en Fabio desde su año de apertura. Recuerda que cuando comenzó el negocio las cosas eran muy diferentes. 'Antes esto era una locura, la gente venía a comprar las bebidas, cuando solo era una licorería, y no se quería ir. Se quedaban afuera en el bordillo', afirma el empleado más antiguo del lugar.
Por su parte, Fabio Tovar González, hijo del creador del restaurante y socio del establecimiento, cuenta que fueron pioneros en poner una zona de esparcimiento en la terraza. 'Pusimos una pantalla gigante con un proyector, eso fue novedoso para la época. Cambiamos el concepto y agregamos sillas y mesas con parasoles'.
Durante esos años la zona rosa de la ciudad fue reconocida por propios y visitantes. Su importancia era tal que otros lugares de Barranquilla donde había establecimientos nocturnos, como la 72, fueron quedando relegados de a poco.
Sin embargo, con los años la ciudad entró en una etapa de cambio, y a mediados de la década del 2000 la rumba dio un salto hacia otras latitudes. Se abrieron negocios con propuestas innovadoras en las calles 79 y 82, y el crecimiento de una Barranquilla que ya no era la misma marcó una división del goce nocturno entre sur y norte. La avenida Murillo se llenó de establecimientos que antes solo existían de la calle 72 hacia arriba, y cuando las obras de Transmetro los llevaron a la quiebra, apareció con toda su fuerza la carrera 8.
Fue en esos años cuando el declive de la 84 se hizo notorio, y el cierre paulatino de las tabernas, restaurantes y estaderos, que durante años habían estado ahí, mostró un panorama diferente de esa zona de la ciudad. Fueron cambiando los bares y los conceptos, y aunque siempre había personas que se decidían por la famosa 84, fue perdiendo popularidad.
Entre tanto, la ciudad iba creciendo y varios proyectos, como la canalización de los arroyos, entre ellos el de la 84, marcó otro punto de quiebre. La música poco a poco iba perdiendo volumen, las luces de neón encandilaban menos y los empleados que esperaban tras el mostrador perdían sus empleos.
'Duramos más de un año cerrados porque por las obras de canalización el lugar no podía funcionar. Con la construcción, cada vez venían menos personas hasta el día que no abrimos.
Debimos despedir gente y buscar otro lugar para abrir otra sede, en el centro comercial Le Champ, de Villa Campestre', explica Tovar.
No obstante, de un tiempo para acá la denominada Calle de la Rumba está volviendo a despertar de ese silencio profundo en el que estaba sumida. Las personas han vuelto sus miradas y sus pasos de baile a los nuevos sitios de fiesta que se han abierto.
Diferentes ambientes, otros nombres, música a todo volumen, colores neones que se mezclan con luces incandescentes de letreros futuristas que llaman la atención de los curramberos hacen parte de la nueva temporada que se vive en la 84.
José Rodríguez, cliente de los lugares de esparcimiento nocturnos, dice que 'sí se está colocando muy buena la rumba en la 84, esta calle y la 82 están volviendo a ser las de antes'.
Opinión que comparte María Fernanda Arteta. 'Yo no sé cómo era esto antes porque apenas tengo 22 años, pero sí creo que esta es la zona de Barranquilla que se identifica con la fiesta, el baile y la variedad. La gente quiere venir acá porque hay muy buen ambiente'.
Orlando Jiménez, presidente de Undeco Barranquilla, comenta que 'por naturaleza ha sido la calle de la rumba en Barranquilla. Los establecimientos están tomando auge nuevamente. Hay que mirar de qué forma la Alcaldía con el Plan de Ordenamiento Territorial facilita que ese sitio vuelva a ser lo que otrora fue para que cuando haya un evento especial como partidos u otro, sea el punto de encuentro'.
Jorge Barrios, presidente de Asonocturnos Barranquilla, asociación que agrupa a comerciantes nocturnos de la ciudad, y dueño de Punto Corona, en la 84 con 46, dice que esta siempre ha sido y será la calle de la gozadera. 'Así como en Medellín está el Parque Lleras y en Bogotá está La Zona T, acá está la 84 como zona emblemática del disfrute por excelencia. Esto se debe a que no es solo bares, también hay pizzerías, restaurantes'.
De acuerdo con Jonathan Pacheco, administrador de Lovumba hace aproximadamente un año, 'uno de los factores que ha hecho que esta calle se reactive es por la variedad de negocios que se han abierto. 'Eso es beneficioso para todos porque la gente tiene más opciones'.
Explica que estos negocios tienen temporadas. Dependiendo de la época del año está más movido o más quieto. 'Todo el año no es igual, ahora mismo estamos en temporada alta porque fue Amor y Amistad, y vienen ‘las brujitas’. Diciembre es más quieto, pero en Carnaval es el boom'.
Por otro lado, Fernando Morillo, un cliente, insiste en que aún falta más esfuerzo por parte de los comerciantes. 'Creo que poco a poco están recuperando este espacio, sin embargo, les falta bastante trabajo a los empresarios e inversionistas. Falta un poco más de amor por una zona que en una época fue lo mejor de Barranquilla. Es uno de los sectores más apetecidos por barranquilleros y turistas, por su tradición y reconocimiento nacional'.