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Si bien lo suyo no es dirigir, templar o colocarles banderillas sobre el lomo a los toros, el pereirano Julio César González ha logrado convertirse en un verdadero ‘Matador’, pero en otro campo: el de la caricatura política. Su seudónimo, que adoptó por la canción de la banda argentina Los Fabulosos Cadillacs, ha sepultado por completo su verdadero nombre al punto tal de que su familia también le dicen Matador.

Vive en su ciudad natal y trabaja desde su casa, cambio que según cuenta le ha servido para tener menos distracciones. Antes de tomar un lápiz y lanzar trazos lee por lo menos durante tres horas portales de noticias, pues dice que la radio y la televisión le parecen medios que se hacen en caliente y por ende no tienen profundidad.

Todos los días hace una caricatura, y por segunda vez lanzó un libro en el que recoge un año de trabajo llamado Este mundo loco, publicado por Intermedio Editores.

El caricaturista explica que si bien el título de su obra no es muy original, sí es un reflejo de las caricaturas que contiene. 'El mundo siempre ha estado loco, pero creo que hoy en día es más evidente ese tipo de locura y ese tipo de mente enferma que tienen muchos líderes'.

Expresa que la caricatura sigue gozando de buena salud, pese a que existen más formas de expresión, como lo son los memes. 'Me parece que el meme tiene la facultad de darle el poder de expresión a alguien que sin saber dibujar puede tener una muy buena idea, pero no guarda un estilo o una línea, son dibujos extraídos de terceros o fotografías o montajes. En cambio la caricatura sí nace de la mente de una persona que se imagina el chiste y lo dibuja'.

Sin embargo, el pereirano sí considera que el futuro de la caricatura es incierto, no por falta de talento para hacer los dibujos, sino por la poca profundidad de los contenidos. 'He visto que las nuevas generaciones no se acercan a la cultura general ni a la lectura como tal, que son pilares fundamentales para la imaginación'.

Expresa que nunca ha sido víctima de censura ni de amenazas, quizás por el componente humorístico que hay en su trabajo. 'La caricatura tiene la ventaja de que como lleva humor la gente no se la toma muy en serio, así lo que se esté diciendo sea muy acertado, muy cruel'.

Además, reivindica que el rol del humor para sociedades como la colombiana en la que constantemente hay hechos difíciles. 'El humor es una de las herramientas que tenemos los seres humanos para no caer en la esquizofrenia del día a día, sin humor uno no dura cuerdo mucho tiempo. Colombia es un país donde pasan cosas graves todos los días, cosas horribles, y el humor es una forma de lidiar con esa realidad cruda y dura que hay afuera'.

Aunque, al mismo tiempo, precisa que es justo esa serie de acontecimientos que a veces parecen sacados de una novela de ficción que ocurren en Colombia son la materia prima de su trabajo.

'Para un caricaturista Colombia es el paraíso, aquí pasa de todo, todo el día. Somos muy afortunados de tener presidentes como Pastrana o como Samper. Ser caricaturista en Canadá debe ser como pa’ pegarse un tiro, yo creo que ya me habría aplicado una eutanasia'.

Matador también expresa que se siente afortunado de tener un trabajo en el que le paguen por lo que siempre quiso hacer. 'Yo no tomo la caricatura como un trabajo. A la hoja de papel en blanco me acerco como si fuese el niño de siempre. A un niño no le da pereza dibujar, él hace lo que se le da la gana. Para mí ser productivo es divertirme haciendo caricaturas'.

Por último dijo que espera que su libro sirva a su vez como un documento histórico. 'Los caricaturistas nos convertimos en unos cronistas clásicos ‘mamagallistas’ del acontecer mundial y eso tiene un valor histórico, pero como aquí no se estudia historia, vale huevo también'.