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En los cultivos de algodón del pueblo indígena wiwa se esconde un legado cultural amenazado con desaparecer por la modernidad: la tradición que carga el tejido natural está siendo reemplazada por materiales sintéticos. La comunidad se rehúsa a la pérdida, y su batalla fue llevada a la pantalla grande para dar a conocer la riqueza oculta entre las montañas del Caribe colombiano.

En la Sierra Nevada de Santa Marta, una pequeña vereda llamada La Tagua es el hogar de 60 familias wiwa, una parte apenas de los 10.703 wiwas autorreconocidos en todo el país, según el último informe del Dane, en 2005. Hasta las profundidades de su bosque llegaron los avances tecnológicos que cautivaron las nuevas generaciones hasta olvidar las enseñanzas de los viejos.

La historia de las costumbres y transformaciones de este pueblo indígena llegó al cine con Burruna Gawi, cuya premier se realizó ayer en la Cinemateca del Caribe, donde se proyectará por una semana antes de cada película.

'Burruna Gawi significa ‘tejiendo algodón', dijo Arregoce Gil Mojica, líder de los wiwa y etnoeducador, sentado junto a su pequeña hija en espera a que la función empezara. El 'arte' que hacen con la suave fibra natural define muchas de sus creencias ancestrales. 'Con algodón nosotros tejemos todo: mochilas, vestidos, mantas', agregó el protagonista del filme.

Siembra, recolección, hilado y tejido son cada uno de los pasos de la producción del algodón, conocimiento que es transmitido generacionalmente. 'Hoy en día el algodón es reemplazado por materiales sintéticos, ya procesados. Todavía hay personas que trabajamos el arte, pero cada vez son menos', explicó Arregoce.

Esa 'innovación' del hermano menor –como llaman los indígenas al hombre blanco– ha eliminado de a poco los espacios de encuentro social entre la comunidad. La preocupación de los líderes del pueblo asaltó los oídos de un grupo de jóvenes que, en medio de una búsqueda personal, crearon un emprendimiento social para ayudarlos a proteger su legado.

Tres años atrás

Así comenzó todo. Hace unos tres años, cuando Samit Acosta y Diana Jaramillo se aventuraron en un viaje por las profundidades del bosque en busca de un nuevo camino. 'Al llegar y entablar un acercamiento personal con la comunidad, nos dimos cuenta de que había un potencial de emprendimiento a partir de sus conocimientos tradicionales', afirmó Acosta.

Constituyeron una empresa social llamada Seineken, a la cual se unieron Juan Manuel Aristizábal, Yuly Alvear y Juan Pablo Guerrero, con la que aplicaron a la convocatoria Consciente D, del Área de Arquitectura Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Gracias a ella pudieron desarrollar la investigación Burruna Gawi, que derivó del documental homónimo.

'La convocatoria estaba dirigida a egresados y estudiantes de la universidad interesados en hacer investigación desde el diseño. El objetivo era impulsar grupos interdisciplinares que demostraran cómo el diseño interviene en procesos de culturización, y de esa forma desarrollaran proyectos que generen cambio social', indicó Mark Michael Betts, tutor de Burruna Gawi y docente del Departamento de Diseño Gráfico de Uninorte.

El proyecto también construirá un guion museológico y museográfico sobre los cambios de hábitos de los Wiwa por la influencia de la modernidad, que será expuesto en el Museo Mapuka de Uninorte, próximamente.

Mientras, los wiwa no se resisten a la globalización, solo esperan crear una estrategia para generar una educación mixta para que sus niños y jóvenes aprendan lo mejor de los dos mundos.

Seineken

Seineken –que en wiwa significa madre tierra– es un emprendimiento social creado hace tres años, dedicado al turismo comunitario. Mediante esa actividad, reúnen las culturas de los indígenas de La Tagua con los agricultores del sector. Pero también conecta a los viajeros del mundo con estas comunidades. Con la finalidad de conservar el conocimiento de los indígenas.