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A estas alturas, poco o nada puede escondérseles a los catorce niños más populares del conjunto 10 de la urbanización Las Gardenias. Todo lo sospechan, desde luego, porque no todas las semanas se les aparece Kevin Flórez en la sala de juntas de EL HERALDO, en una visita programada, fraguada conscientemente, para que el resultado fuera una sorpresa.

Ese fue, por así decirlo, el segundo premio que recibieron Diego, Sebastián, Erick, Leidys, Daner, José David, Cristian, Andrey, Leonardo, Daniel, William, Yeider, Yuliana y Ellis. El primero fue el ‘sí’ del artista al acceder a grabar con ellos, luego de que la historia de los chicos –quienes hacen parte del programa de Cultura Urbana que la Fundación Gente Estratégica adelanta en el sector– y su deseo de cantar con el champetero fuera dada a conocer por este medio.

Así que era natural que los pequeños presintieran el más reciente de sus premios. El que recibieron ayer, al filo del mediodía, cuando una camioneta morada, fácilmente reconocible, cruzó las rejas del conjunto residencial para detener la monotonía. El Kevin Flórez que tratan como amigo los 14 niños, el que han sentido últimamente más cercano los demás vecinos de Las Gardenias, llegaba para demostrar que 'es real' el compromiso que se hizo con los chicos. No solo de grabar, sino de acompañarlos y conocer lo que hacen, dónde viven, cómo viven…

'Viste, ¡yo sabía!', dijo Leonardo inspeccionando la camioneta, husmeando entre los vidrios polarizados para lograr avistar a quien ya había descubierto. '¡Es Kevin!, ¡Kevin Flórez!', gritaban todos –chicos y grandes– por todos lados: rodeando el vehículo, subidos a las rejas de la rampa del parqueadero e incluso desde las altas ventanas de los apartamentos. Rápido, y conducido por los niños cantantes, el cartagenero arribó al salón comunal, el espacio donde cada semana los chicos interpretan sus composiciones, además de una que otra champeta comercial.

Con música comenzó la visita. Los niños interpretaron breves apartes de No sigas con eso, el tema que compusieron con la guía de Andrés Varela ‘Kounsul’, su profesor, y que cuestiona las escenas de violencia, tan frecuentes en esa urbanización del suroccidente de la ciudad, principalmente desatadas por el conflicto territorial de las bandas delincuenciales y las llamadas fronteras invisibles.

Luego, como en una clase cualquiera, la mesa rectangular azul se dispuso en medio del sofocante salón. Kevin, con el look urbano que refuerza su imagen de champetero moderno, se sentó frente a ella y justo al lado del abanico que apaciguaba el calor del mediodía –y que parecía aumentar la intensidad del momento– para escuchar, ceremonioso, la canción que lo había llevado hasta ahí.

'Vamos a hacerle unos arreglos, a construirla de nuevo para que no sea tan larga', apuntó el artista, quien movía los brazos intentando dibujar en el aire las ideas que tenía en su cabeza. 'Yo lo tengo ya todo claro, ya me lo imagino', decía, mientras sus pequeños fanáticos lo seguían atento y Konsoul aportaba sus ideas.

La composición y el video soñados por Flórez y los niños continuaron tejiéndose sobre la mesa. 'Yo les mando las partes de lo que yo componga', prometía Kevin, mientras una lluvia de palabras relacionadas con la problemática que circunda Las Gardenias era provocada por los chicos, mientras el intérprete de La invité a bailar las anotaba en un papel. ‘Violencia’, ‘drogas’, ‘pandillas’, escribía. Es un trato hecho, que ahora deberá seguir en el estudio de los Flórez en Cartagena, a donde viajarán los 14 barranquilleritos para ponerle voz a su sueño. El fin de la gira del cantautor por Estados Unidos, prevista para la próxima semana, marcará el inicio de las jornadas en cabina, prometió.

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La fanaticada

Yelsomina Martínez llegó tarde al encuentro entre Kevin y el grupo de pequeños champeteros. Tres de ellos son sus familiares. Leonardo y Christian Cañate son sus hijos. Ella, de top azul eléctrico, se empinaba emocionada frente al corrillo que habían formado otros chiquillos del conjunto y curiosos que habían contado con la suerte de llegar temprano al encuentro. Intentaba ver a sus pequeños cantar junto al artista De amor nadie se muere, uno de sus éxitos.

Logró presenciar el momento, aplaudió y tomó la vocería por las otras madres de familia, como la de Daner y la de Diego, quienes admiraban orgullosas el momento de felicidad de sus hijos. 'Gracias, Kevin, por cumplirles el sueño a los niños de Las Gardenias', expresó Yelsomina, arrancando los aplausos de los presentes.

Las mujeres, mamás dichosas por sus hijos, una a una saludaron al cartagenero. 'No me dio tiempo de ponerme otra ropa, yo no sabía', susurró alguna mientras se acomodaba para la postal del recuerdo de madres y cantante. Hasta una cartelera le llevaron a Kevin Flórez, señal del afecto y agradecimiento que sienten por el autor de Fin de semana y sus gestos con los chiquillos de Las Gardenias .

Justo allí llegó el revuelo. El único agente de policía que impedía el paso de las decenas de curiosos contenidos en la puerta del salón ya no fue suficiente. Uno y otro, chico y grande, se fueron escabullendo entre el cuerpo del uniformado. Este no tuvo más que rodarse al final, cuando Flórez decidió salir del espacio cerrado a recorrer el conjunto.

Pero fue tal la avalancha de personas, la solicitud de fotos, autógrafos, saludos..., que Kevin no alcanzó a materializar la última parte de la visita. El hermano del champetero lo condujo hasta la camioneta morada que los había llevado hasta Las Gardenias para aislarlo de la cantidad personas.

El carro rodeado, cuyas puertas abrían y cerraban los niños para ver de nuevo a su ídolo, provocó que el sunroof del vehículo se corriera para que, como por arte de magia, el artista volviera a asomarse, pero esta vez por el ‘techo’ de la camioneta. 'Les prometo que voy a volver a cantarles acá, en una tarima', exclamó, provocando los aplausos de la gente.

Un mix con sus canciones coreadas por los habitantes del conjunto 10 marcó la partida precipitada del cartagenero. Pero antes, dos pequeñines contaron con la suerte de acercarse a Kevin Flórez. La primera fue Isabel Vargas Ospino, una bebé que llegó a los brazos del intérprete de Asómate a la ventana gracias a que al papá de la niña se la pasó al champetero para la foto del recuerdo.

El otro fue John Janer, el pequeño que despertó de la muerte cerebral luego de que una pedrada, salida de una pelea entre las bandas del sector, impactara en su rostro. Esta vez fue el padre del mismo artista, Rafael, quien se lo presentó. 'Baja el vidrio, Kevin', le dijo su papá, aún caminando entre la gente, mientras el carro ya estaba en movimiento. Su hijo lo siguió. Cristal abajo, ‘Farra’, como es conocido popularmente el señor Flórez, alzó a John en brazos y le dijo: 'él te quiere conocer'. Yelsomina volvió a aparecer en escena, y agregó: 'él es John Janer, el de la pedrada. Quería saludarte'.