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'La verdad, mi separación fue bastante traumática'. Así describe Patricia Pombo* todo el proceso de anulación del matrimonio católico por el que tuvo que atravesar en el 2006, quince años después de haber contraído nupcias.

La solicitud de anulación, aunque fue realizada por la expareja de Patricia*, fue de mutuo acuerdo y bajo el argumento de que solo habían convivido tres años en sagrada unión. 'Llevábamos muchos años separados, motivo que debía otorgarnos de inmediato la nulidad. Además, él argumentó que yo nunca tenía tiempo para el hogar. Sin embargo, fue un proceso largo y agotador para los dos', cuenta la mujer.

Como Patricia*, que permaneció un año en diligencias para obtener la anulación, un sinnúmero de parejas católicas en el mundo luchan durante mucho tiempo para hacer válida su separación.

La reforma

Teniendo en cuenta el tipo de casos antes mencionados, el papa Francisco decidió reformar 20 cánones del libro séptimo del código de derecho canónico, que fueron establecidos entre 1671 y 1691, y que hablan de la nulidad matrimonial.

Álvaro de Jesús Verdejo, licenciado en derecho canónico, pertenece hace cuatro años al Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Barranquilla, organización encargada de manejar todos los casos de anulación nupcial de la Costa Atlántica colombiana, incluyendo a San Andrés y Providencia.

El religioso Verdejo explica que la reforma planteada por el Papa 'es algo muy sencillo'. El máximo líder de la Iglesia Católica busca darle celeridad a los proceso de nulidad matrimonial y que sean más asequibles para los fieles.

'Con motivo del Año de la Misericordia que próximamente celebraremos, el Papa ha querido regalarles esta cercanía a los feligreses con la Iglesia', dice Verdejo.

Sin segunda instancia

Uno de los puntos clave de la reforma es la celeridad: que la anulación matrimonial sea un proceso mucho más rápido.

Para ello, dice el padre Verdejo, el Papa ha anulado la segunda instancia, y bastará con que sea dictada una sentencia en firme desde la primera instancia, que debe estar compuesta por tres jueces: un sacerdote clérigo y dos laicos especializados en ciencias humanas. 'En Barranquilla venía funcionando la primera instancia, y la segunda en el tribunal de Bogotá. Ahora, los casos de la Costa Atlántica no pasarán a la capital, sino que serán resueltos desde aquí', afirma.

Con base a los cambios en el Código Canónico, el juez o el tribunal de la primera instancia dará la sentencia en firme y, pasados los tiempos de derecho –que no haya apelación durante 15 días hábiles–, al día siguiente se hará efectiva la anulación y las personas podrían contraer nupcias inmediatamente.

Ricardo López* contrajo nupcias en el 2000, pero decidió separarse dos años después. Sus argumentos fueron infidelidad y engaño en el matrimonio, y fueron validados por el tribunal de la ciudad. Sin embargo, el proceso debía ser estudiado en la primera y segunda instancia y en Roma, por lo que finalmente decidió dejar inconcluso el proceso de nulidad.

'Tuve que hacer una carta contando todo sobre mi relación sentimental. Luego, ese proceso pasó a Bogotá y muy posiblemente pasaría al Vaticano, a pesar de que mis argumentos ya habían sido validados por la primera instancia', cuenta López.

Fueron, precisamente, el tiempo extenso que debía esperar para contraer nupcias de nuevo y los altos costos que representaba la anulación las causas de que desistiera. Decidió, finalmente, casarse nuevamente por lo civil.

Anteriormente, para que un tribunal recibiera una causa –nombre que se le da a los procesos en la Iglesia Católica–, las personas tenían que haber celebrado el matrimonio en el lugar donde solicitaban la anulación. Pero al hacerse efectiva la nueva reforma, el que tenga domicilio en una nueva ciudad o, incluso, cuasi domicilio, puede llevar el proceso en dicho territorio.

Gratuidad

A pesar de que mantener la estructura de un tribunal en Colombia cuesta aproximadamente 16 millones de pesos mensuales, la Iglesia Católica 'siempre ha sido misericordiosa y se ha preocupado por los pobres', indica el religioso Verdejo, miembro del tribunal de Barranquilla.

Por esa razón, el papa Francisco ha decido poner la gratuidad al servicio de los feligreses. Esto significa que 'toda persona que llegue al tribunal, tiene que salir con su sentencia. Aquí no se excluye por no aportar recursos', reitera el sacerdote.

Anteriormente, los gastos del proceso de nulidad se distribuían, aproximadamente, así: trámites de correspondencia –entre 120 y 150 mil pesos–, el peritaje psicológico y neurológico –que tienen un valor de $300.000 por cada sesión–, entre otros, y eran cubiertos por los implicados en el proceso de nulidad. Además, se hacía un balance de los ingresos de la pareja para determinar su aporte económico para cubrir el valor del proceso. Ahora, la Iglesia correrá con dichos gastos.

En la Costa

El Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Barranquilla está llevando actualmente 98 procesos de nulidad –la misma cantidad global que el año pasado–, provenientes de toda la Costa, lo que es considerado como un número alto. 'Es algo muy delicado. Hay que trabajarlo con guantes de seda y solicitar las pruebas', dice.

Sin embargo, el padre Álvaro Verdejo aclara que no todo proceso que entra al tribunal es nulo. 'En los tribunales hay una figura llamada ‘El Defensor del Vínculo’, que es un abogado que lucha para poder mantener la unión matrimonial.

La reforma propuesta por el papa Francisco, que se dio a conocer el pasado 8 de septiembre, entrará a regir en firme el 8 de diciembre de este año.

Argumentos para obtener nulidad

La nueva reforma canónica establece que las causales de nulidad matrimonial son: la breve convivencia conyugal, el aborto para impedir procreación, relaciones extraconyugales, ocultar la esterilidad o una enfermedad grave o contagiosa. También el engaño, así como ocultar tener hijos nacidos en anteriores relaciones, haber estado en la cárcel, la violencia física y tener un embarazo imprevisto antes de casarse.

Entre el divorcio y la anulación

En la Iglesia Católica no existe lo que en derecho civil se le llama divorcio, según explica el sacerdote Álvaro de Jesús Verdejo.

La separación conyugal o divorcio es aquello que existe, pero que se quiere deshacer porque no hubo complementariedad en la relación de pareja. En cambio, la nulidad matrimonial significa que dicho sacramento o unión nunca existió, porque no se cumplieron los requisitos fundamentales para que este fuera válido.

Después de que un proceso de anulación nupcial es llevado a un tribunal, los jueces eclesiásticos analizan la situación y determinan si el matrimonio que la pareja contrajo no existió debido a los vicios en su desarrollo, es decir, que no se cumplieron los fines para los que está creado el matrimonio, los cuales están establecidos en la Biblia. Dichos vicios se convierten en causal determinante para la validación de una solicitud de nulidad matrimonial (ver otro recuadro).

*Los nombres fueron cambiados a petición de las personas.