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Si bien todo tiene su final, como dice la canción interpretada por Héctor Lavoe -quien el pasado 29 de junio cumplió 22 años de haber muerto-, el espíritu de este cantante boricua parece no haberse extinguido con su muerte. Su música, sus pregones y su irreverente forma de enfrentarse a todo siguen vivos tanto para su público como para artistas que, como el músico cubano Alfredo De La Fé, conservan gran admiración por el denominado ‘Rey de la puntualidad’.

'Conocí a Héctor en Nueva York a mis 12 años, cuando todos luchábamos por sacar adelante eso que después fue llamado salsa', cuenta Alfredo, quien armado con su violín compartió escenario con Lavoe en 'un sinnúmero' de ocasiones.

Aunque De La Fé nunca fue músico fijo de la orquesta del llamado ‘Jíbaro de Puerto Rico’ (el violinista hacía parte de La típica 73, la mejor banda de Nueva York en ese tiempo), siempre que coincidían en algún club de salsa, el saludo de Héctor a Alfredo consistía en invitarlo a tocar junto a él en tarima.

De la droga y más demonios. Algunos de los acontecimientos más trascendentales en la vida de Alfredo De La Fé están ligados, de algún modo, con Lavoe. La primera vez que el artista consumió droga 'estaba Héctor ahí', revela De La Fé en conversación telefónica con EL HERALDO.

'Aunque yo esté rehabilitado -siendo adicto también- sé que es muy tenaz cuando uno vive en ese infierno de la droga y quiere salir, pero no puede', afirma De La Fé, quien lamenta que 'una persona como Lavoe, que dio tanto y que fue un ser iluminado, tocado por Dios, no pudo salir de allí nunca'.

Pese a que la vida de Héctor Lavoe no fue un ‘jardín de rosas’ -al menos no sin espinas-, el cantante ponceño nunca dejó de inspirar sonrisas y de alegrar con su desparpajada personalidad a seguidores, músicos y amigos; como si su misión fuera decirle al mundo 'vamos a reír un poco', al igual que en la canción. 'Héctor era muy simpático, era una persona que lo hacía reír a uno todo el tiempo, aunque su alma era triste', expresa De La Fé.

La música, su alegría. Junto a Lavoe, De La Fé grabó las cuerdas de Periódico de ayer y El cantante, algo que el violinista destaca como 'un honor muy grande' para él.

'Creo que lo que hacía realmente feliz a Héctor era su música. Subirse a una tarima y sentir que le estaba llegando a la gente y que esta le devolvía ese cariño que él entregaba', dice De La Fé, quien afirma -a nivel personal- que no habría superado los momentos más difíciles de su vida si no fuera por la música.

Alfredo asegura que la música no es la que conduce al 'abismo', sino el mismo ser humano el que camina hacia allá -en ocasiones, de la mano de la industria-. 'La música no te lleva al abismo, más bien te salva de él'.

Lavoe en Colombia. Cuando Héctor vino a Colombia en 1983, se quedó en el apartamento número 1502 en Las Torres Aristi, en Cali, donde vivía De La Fé y en el que también se hospedaron artistas como Pete ‘El Conde’ Rodríguez, Joe Cuba y Andy Montañez.

Para entonces, el día de estos músicos empezaba justo cuando el sol se ocultaba. 'Dormíamos por el día y cuando llegaba la noche nos íbamos para la calle. Íbamos mucho a Siboney, un bar donde ponían muy buena música', cuenta Alfredo.

Entre las anécdotas que De La Fé recuerda junto a Lavoe en Colombia, cuenta la de esa noche en la que -ya estando 'amanecidos'- Héctor le 'desbarató el apartamento porque según él había un ‘man’ de 15 centímetros con una metralleta que lo estaba buscando para joderlo y él 'no se iba a dejar''.

Algunos de los sitios en los que De La Fé tocó con Héctor fueron: Juan Pachanga Charanga, en Juanchito (Cali); el Coliseo Cubierto El Campín (Bogotá); y Lucky 77 -un club que quedaba en la variante de Las Palmas-, en Medellín.

'Recuerdo que estuvimos de paseo en Juanchaco y Ladrilleros (Valle del Cauca) y nos divertimos mucho. Creo que fueron los únicos 4 días en los que Héctor no consumió. Cansados de comer pescado, fuimos donde una señora que tenía un criadero de gallinas, y Héctor le dijo «véndame una gallina», ella le respondió «sí, esa que está ahí, le vendo esa». Fue muy chistoso ver a Héctor correteando a esa gallina mientras todos los que estábamos ahí reíamos y corríamos con él hasta que logramos atraparla', recuerda -entre risas- De La Fé, quien 22 años después de su muerte, considera a Héctor 'más que un amigo, un hermano'.