Lo que quiere Diana Uribe con su nuevo proyecto es que abuelos y nietos lo compartan. 'Los abuelos les contarán cosas que los nietos no imaginan y los nietos hablarán de palabras que los abuelos no entienden', dice, al presentar las intenciones de 100 momentos que marcaron el mundo contemporáneo, su nuevo proyecto, al que se embarca de la mano de la editorial Aguilar, y que vino a presentar a Barranquilla.
¿En qué parámetros se basó para escoger estos 100 momentos?
Hay un hilo conductor, el que hace que la selección vaya dándose, y ese hilo conductor son las cosas que explican cómo es nuestro tiempo hoy. Son muchos debates, esto es un trabajo en equipo. Un equipo interdisciplinar e intergeneracional. Lo primero era explicar cómo es el mundo contemporáneo, todos los elementos que conforman la cultura como la tenemos hoy día.
La segunda parte es entender que el mundo contemporáneo está hecho de muchas cosas. Había que trazar las líneas a partir de las cuáles íbamos a clasificar los hechos en momentos. Y cómo tomar un momento específico.
Esto tiene varios niveles de lectura: tiene un nivel de hechos, que es lo que cuenta qué pasó. Tiene un nivel de análisis: eso que pasó por qué es importante. Y hay un nivel de recuadros, que aterrizan aquí lo que está pasando, cuándo llegó eso a Colombia y cómo. Y los audios, 10 CD con el relato que hago yo.
Si quería resumir la contemporaneidad en 100 momentos, ¿cómo define el estado actual del mundo?
Con la cultura fitness, por ejemplo. Por un lado habla de la salud y del equilibro, pero por el otro lado se inventó una cadena para mujeres donde salieran todas igualiticas en todo el planeta Tierra, con lo diversas que somos. Un número de serie, un sello, y esa no era la intención de Jane Fonda.
Ubicamos el momento en que ella publicó el libro de la cultura fitness para decir que había que tener un equilibrio entre la salud, el movimiento y tal, por eso se volvió un modelo único de entender a la mujer en la sociedad.
También lo define la sociedad de consumo. El consumo es ahora, y sobre todo después de la caída del Muro de Berlín, el único patrón con que se ha entendido el bienestar. De otro lado los movimientos feministas, por eso nos ubicamos en la píldora anticonceptiva. Sin la píldora anticonceptiva no hay debate, porque uno con cinco, diez, doce hijos, y con gripa...¡se jodió la vaina!
Con la píldora anticonceptiva, la mujer tiene la posibilidad real de mandar en su cuerpo. Los movimientos feministas cambiaron dos mil años de historia que no habían podido ser modificados. Los movimientos viene desde el siglo XIX, pero en una década, entre los 70 y los 80, se revierte toda la situación de la mujer.
¿Hubo un esfuerzo porque los 100 momentos cubrieran diferentes áreas, o fue aleatorio?
Sí. Tiene sociedad, política, deporte, economía, cultura, ciencia. Es un esfuerzo por hacerlo lo más amplio posible y también porque tengan muchas maneras de relatarse, porque estamos acostumbrados a que los hechos noticiosos se relacionan solo con lo político y con el conflicto. Por supuesto que aquí están las guerras, pero los países no son solamente sus conflictos, también son sus imaginarios y sus construcciones.
¿Cómo ve la actualidad académica de la historia, la forma de enseñar esta asignatura en las aulas?
Normalmente, las fechas en la historia son como las calles y las carreras. Tú no necesitas saberte todas las direcciones del lugar donde vives para ubicarte, pero sí sabes cuál es la 50 y la 72. Las fechas son calles y carreras, son simplemente orientadores. Para mí, la historia es una construcción de sentido. Entonces, por un lado, uno tiene que tener una información mínima para poderla interpretar, porque si no se está trabajando sobre algo que no conoce, pero esa información tiene que ser suficiente para interpretar un hecho. Si una persona no tiene un gran nivel de memoria no quiere decir que no comprenda lo que está pasando. Es una interacción para construir sentido, una realidad. La historia no es una técnica, es un instrumento, y tiene sentido en la medida en que te ayuda a entender cosas.
Hay que saber quién era Napoleón. Hay cosas que hay que saber, hay una información que es referencial. El cómo se enseña, ese es el truco.
¿Cuál es el momento 101 que le dolió dejar por fuera?
Hay uno que está ahora, pero es digital, que es lo del papa. De ese ya está el link. En la historia de Occidente, la línea papal ha tenido una importancia muy grande, ha definido muchas cosas. El mismo Juan Pablo II está profundamente relacionado con la caída del socialismo. Ahí están los links.
¿Ha pensado en escribir algo más mirando más a fondo el país?
Tengo una idea, pero esa todavía no la tengo materializada, y es que vivimos un país que sí hicimos. Estamos acostumbrados a ver el conflicto, no tenemos otra mirada. La palabra ‘memoria’ en Colombia implica la memoria de los muertos, de las masacres, de las víctimas. La memoria también es el puerto de Barranquilla, el ferrocarril, la llegada de los árabes.
Este es un país que quedó totalmente invisibilizado por lo nublado del conflicto. El mundo en el que vivimos, la ciudad en la que nos formamos, la música que escuchamos, el país que sí hicimos... eso es lo que me gustaría narrar. El seguimiento de la muerte está lo suficientemente bien cubierto, el resto no.