El homenaje estuvo a cargo de su hijo Rafael Santos. Como es costumbre en Valledupar, los seguidores se acercan hasta la última morada en el Cementerio Jardines del Ecce Homo.
Según la tradición los cuerpos de los adultos siempre se incineraban en Pompeya, la ciudad destruida por la erupción del Vesubio en el 79 a. C.