No había necesidad de acabar con un pueblo para después reconstruirlo a un costo exagerado de pérdidas de vidas, costumbre que viene desde el Imperio Romano cuando los emperadores se deleitaban con las atrocidades del combate de los sentenciados a muerte enfrentados a las bestias. Que se maten sus líderes, no el pueblo.
Expresidentes hacen un llamado al diálogo entre ambas naciones para evitar nuevas cargas tributarias para el país. Aún no se conocen las decisiones de fondo tomadas por los equipos diplomáticos.
El acuerdo contempla la liberación de los rehenes en poder del grupo armado palestino.
Lo que si fue absurdo fue su participación en la marcha por las calles de Nueva York, una actividad ajena a la agenda de la ONU, para apoyar al pueblo palestino, en la que se atrevió, megáfono en mano -como cualquier agitador- a invitar a los soldados del Ejercito de USA a desobedecer las órdenes de su jefe supremo.
Ojalá los senadores “zarandetes” hayan entendido la importancia de esta decisión, pues le habrían entregado a Petro el manejo de todas las arbitrariedades que crucen por su desviada mente y, pese al poco tiempo que le queda y a su evidente ineficacia, es mucho el daño que podría hacer.