Haría bien a la nueva gestión de la canciller recordar que la diplomacia no es solo el arte de resolver problemas, sino de anticiparlos, y que una falla en esto último puede ser fatal.
El Catatumbo demuestra que en cualquier esfuerzo para poner fin a la violencia pasa por atacar a fondo la coca y la cocaína, por desatar la manos a la Fuerza Pública y mejorar sustantivamente su inteligencia (las advertencia de lo que se venía en el Catatumbo las hizo la Defensoría) y su capacidad operacional, y por ejercer control militar del área y control territorial general por el Estado.
La forma tradicional de lograr mayor exactitud es la identificación de proteínas específicas que señalen la presencia cancerígena y luego diseñar un anticuerpo que se adhiera de manera efectiva, pero este proceso tomaba años, y ahora con la IA está empezando a tomar meses.
El ritmo trazado por el odio y la venganza no puede ser justificado en días dónde el amor, el perdón, la paz y la reconciliación, se han vuelto la ilusión del discurso inacabado de quienes prometen lo que no pueden cumplir. La melodía de las malas palabras desafina las intenciones y los proyectos comunes, propios de las buenas relaciones.
Colombia necesita políticas decididas que impulsen la competitividad, reduzcan barreras para los empresarios y promuevan una mayor diversificación de su economía. Solo así podremos garantizar un crecimiento sostenido y más equitativo.