La Corte alega que la eutanasia es expresión del derecho a una vida digna. La contradicción es evidente: la eutanasia va directamente dirigida a terminar la vida, no a hacerla digna. Y no es cierto ni ética ni jurídicamente que el dolor o el sufrimiento por sí mismos atenten contra la dignidad de la persona.
Cerca de 500 familias se asentaron exigiendo un techo digno.