La revolución industrial encontró en el capitalismo su aliado para apalancar la adopción de nuevas tecnologías y la mecanización de la producción que la caracterizaron.
Las marchas no pretendían presionar la segunda instancia que, de seguro, restituirá el equilibrio, pero sí fueron un acto de fe en la inocencia de Uribe y un “hecho político”, en respuesta a un juicio que fue antijurídico en lo formal y “político-vengativo” en sus objetivos.
La dignidad le permitió a Uribe enfrentar a la justicia con la entereza de quien se sabe inocente, cuando muchos escapan del país con la tolerancia de las autoridades.
El presidente fue el primero en tomar la palabra durante la cumbre de la democracia en Santiago de Chile.
El país no solo está dividido, sino que ha visto afectada su institucionalidad. Se enfrentan a los jueces, se desacredita a los organismos de control, se presiona al Congreso cuando no aprueba, se insinúa que la democracia es un obstáculo. La victimización es constante: no me dejaron, no me entendieron, me atacan.