No me queda otra cosa que cerrar los ojos y ver esos partidos en la pantalla de mi memoria, donde siempre hay grandes jugadas y vibrantes emociones. Espero que de ahí nunca se vayan y me permitan encontrarme y conectarme con el pasado, con esas prácticas que marcaron de manera positiva mi vida, así sea con nostalgia.
Mi receta después de la lectura de esos textos pero, sobre todo, de mi experiencia liderando una entidad como la Fiscalía General de Colombia es que cada liderazgo debe adaptarse a su entorno y debe leer muy bien las realidades de sus competidores y adversarios.
Si a los seres humanos, sea cual sea nuestra ascendencia, nos niegan el derecho a educarnos o nos cierran las puertas de entidades educativas solo por provenir de “afuera”, la educación como sistema e incluso como concepto será un descomunal fracaso.
Aún queda tiempo. Treinta días de legislatura para demostrar que representar no es solo votar. Que sí se puede escuchar, negociar y legislar pensando en la gente. Y, sobre todo, que quienes nos representan todavía pueden ponerse en los zapatos del otro. El país los está mirando.
La depurada técnica y acertada comprensión del juego de ambos los catapultó a la primera fila entre los mejores futbolistas del siglo 21.