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Eso es precisamente lo que está sucediendo en Sincelejo en tiempos de pandemia cuando los cultos religiosos y eucaristía con aglomeraciones de personas están prohibidos.

No se permite salir de casa y juntarse, pero la espiritualidad no está restringida, pues el sacerdote José Pacheco, de la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, del barrio El Cortijo, en la capital sucreña, organizó con la congregación Emaús misas campales, pero con los feligreses en sus vehículos.

La tarde de este jueves, por ejemplo, hubo exposición y adoración del santísimo con toda la solemnidad que este acto requiere.

Los asistentes, en el interior de sus vehículos, demostraron la fe intacta cumpliendo con las oraciones y el fervor de un pueblo seguidor de Dios.

Todos guardan la distancia y tienen las medidas de seguridad e higiene exigidas para estar en la calle, en este caso en el parqueadero y atrio de la parroquia.