Calixto Antonio Ochoa Campo, Rey Vallenato del año 1970 nació en Valencia de Jesús, corregimiento de Valledupar, el martes 14 de agosto de 1934, y siempre lo visitaron las musas para que hiciera canciones poniendo de fiesta al folclor.
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La vida del juglar, hijo de Cesar Salomón Ochoa López y María Jesús Campo Pertuz, estuvo llena de música o en otras palabras se la pasó regalando alegrías cantadas. Todo lo que giraba en su entorno lo pasaba a canción y en su registro aparecen más de mil 500, algunas de ellas quedaron inéditas en casetes, los cuales guarda celosamente su última compañera Dulsaide del Rosario Bermúdez Díaz.
‘El negro Cali’, en cierta ocasión en vez de entregar su hoja de vida, contó y cantó su Biografía donde transitó por esos caminos de Macondo, encontrándose con un calabacito alumbrador o cuando llegaban las horas de la tarde que le provocaba volver a los inolvidables sabanales. También al soñar con tristeza su propia muerte, 36 años antes de suceder el hecho real.
Como cualquier sicólogo de pueblo se puso a pensar en las vueltas de la vida, esas que nunca se quedan quietas, así el mar del olvido o las alegrías efímeras se unieran al silencio del recuerdo, cuando los años van diciendo adiós. Él, fue la estampa del hombre trabajador y dedicado a componer para dejar las huellas que marcaron su extensa historia musical.
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Precisamente hace 55 años, sucedió un hecho que lo catapultó a la gloria al coronarse como Rey del Festival de la Leyenda Vallenata, presentando sus propios cantos. El paseo, ‘Muñequita linda’; el merengue, ‘Palomita volantona’; el son, ‘La interiorana’ y la puya, ‘Puya regional’. En esa fecha lo acompañaron en la caja Olimpo Beltrán Peñate y en la guacharaca Eliécer Amado Ochoa Herrera. Esa vez recibió como premio 10 mil pesos y se compró un reloj marca Ferrocarril de Antioquia.
Secretos de Calixto
Dulsaide o “Dulsa”, como la llamada el maestro Calixto, estuvo a su lado durante 25 años. Esta mujer nacida en Villanueva, La Guajira, le conocía los horarios de su corazón siendo su guía de noche y de día. Claro, que esos amores comenzaron en 1971, pero los interrumpieron por diversas causas, hasta que el destino los volvió a unir y fueron como dos tortolitos en un mismo nido.
Ella al respecto señaló. “A Calixto lo conocí cuando en Valledupar se coronó como Rey Vallenato. Lo observé tocando en un kiosco y me llamó la atención. Esa vez no pasó nada. Todo comenzó un año después y al poco tiempo como por arte de magia cada uno tomó su camino, y tiempo después nos volvimos a encontrar”.
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Continuó diciendo. “Él era humanitario, noble, sencillo, cariñoso, respetuoso y principalmente una persona de pueblo y nunca se dejó tocar por la fama. Logró sus propósitos y era feliz cada vez que escuchaba sus canciones”.
Al paso de los años ese dulce amor creció. Dulsaide, le conocía los secretos de muchas de sus canciones, citando a una joven que lo rechazó por ser negro. Lo anterior provocó las canciones, ‘Mi color moreno’ y ‘Negrito gracioso’.
Dulsaides profundizó en los recuerdos sobre Calixto Ochoa, a quien lo dominaban las películas del actor mexicano Mario Moreno, Cantinflas, que las veía en el teatro Cesar. “Para lograr tener la plata de la entrada y como trabajaba en la finca del ganadero Lucas Monsalvo, cortaba leña aparte y la dejaba donde una amiga para que la vendiera. También sobre sus ídolos en la música vallenata que fueron los juglares Andrés Landero y Alejo Durán”.
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Merecido homenaje
La historia siguió y a finales del mes de abril del año 2012 Calixto Ochoa, recibió el más grande homenaje en el 45° Festival de la Leyenda Vallenata. Fue en vida el mejor regalo para el hombre que supo meterse en el pentagrama vallenato en forma de sabanales, lirios rojos, mujeres con su nombre propio, pueblos, hechos reales y personajes que tenían su propia identidad.
En el homenaje no tuvo a su lado su más grande cómplice, el acordeón, porque los dolores del cuerpo lo tenían alejado de la música, pero expresó con la máxima emoción. “Este homenaje es indescriptible. Tantas muestras de cariño me hicieron llorar como un niño. Dios les pague a todos”.
De otra parte, era muy dado a hacer disertaciones sobre el amor al que calificaba como lo más bonito de la vida. “Sin amor no hay hombre feliz, ni mujer tampoco, porque la mujer se enamora igual que uno. En ese sentido yo creo que para todo se necesita el amor. El amor es el tren que nos lleva a estar contentos, y cuando se descarrila la vaina se pone maluca”.
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Despedida de la vida
En el año 1969 Calixto Ochoa compuso la canción ‘Sueño triste’ en la que cuenta la historia que vivió en su pensamiento y la muerte con todo su misterio fue la protagonista. Le añadió más renglones al sueño raro y triste cuando se imaginó muerto y todos comentando tan bueno que era el difunto.
El hombre que le pidió permiso a la muerte para demorarse más tiempo en la tierra, nunca le tuvo miedo y hasta en varias canciones expuso su concepto. En la obra ‘La plata’, reveló que la vida es un sueño y antes de morir hay que saber aprovecharla. También se paseó por la conclusión de los días del ser humano, sentando cátedra de cómo la vida es un perfume al viento y siempre se nos va. Tampoco vale tanto orgullo en el mundo si todo se vuelve nada.
Hace 10 años (18 de noviembre de 2015) Calixto Ochoa duerme eternamente, pero en la voz de Diomedes Díaz se sigue escuchando el mensaje que le dejó dicho a aquella mujer que lo hizo llorar, cantar y viajar durante mucho tiempo por tierras vallecaucanas. “Si acaso yo no regreso más por aquí, díganle a Diana que rece y ruegue por mí”.
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