Incluir a las mujeres en los procesos de desarrollo local se ha convertido en una necesidad estructural, un camino probado hacia comunidades más justas, resilientes y sostenibles. Ese fue el mensaje del panel ‘El dividendo de género: liderazgo femenino para el desarrollo local’ realizado en el medio del foro de la Ocde.
Leer más: Junior está cerca de contratar a Luis Ángel Díaz
La premisa central fue establecer el desarrollo cono una cuestión de eficacia más allá de la equidad. Y aplicar esa mirada implica, primero, dejar de ver a las mujeres como simples beneficiarias de políticas públicas para reconocerlas como diseñadoras activas de soluciones en sus territorios.
Y es que muchos programas de desarrollo local siguen naciendo desde una mirada neutral, que en realidad es ciega al género. Se formulan políticas que no tienen en cuenta las condiciones estructurales que enfrentan millones de mujeres como el desempleo, la inseguridad, el cuidado no remunerado, el acceso limitado a servicios, la violencia basada en género.
“El que un hombre abra este panel no debería ser tan sorprendente: los hombres tenemos tanta responsabilidad en este objetivo social como las mujeres”. Con esta afirmación, Norman Loayza, director del Grupo de Indicadores Globales del Banco Mundial dio inicio a la conversación.
Además de las cifras que retratan la desigualdad persistente entre hombres y mujeres en el mundo laboral, político y empresarial. Loayza También llamó la atención sobre el hecho de que más hombres se involucren activamente en la lucha por la igualdad de género. “Aquí en este salón veo que hay solo un 10% de hombres y este porcentaje debería crecer”.
El camino hacia la igualdad sigue siendo largo y desigual. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, cerrar completamente la brecha de género tomará unos 123 años. “No es una noticia muy esperanzadora, pero es un llamado a acelerar el paso”.
Ver también: ¿Un edificio o conjunto puede prohibir que se use un apartamento o casa en alquiler por días?
Algunos datos son: El 49% de las mujeres trabaja fuera del hogar, frente al 73% de los hombres. Una brecha de casi 25 puntos porcentuales.
Solo el 19% de los altos cargos gerenciales está ocupado por mujeres. Solo el 15% de las empresas tiene propiedad o liderazgo femenino.
El 25% de los escaños parlamentarios son ocupados por mujeres. Solo el 23% de los ministros en los gabinetes son mujeres.
Según Loayza, hay tres grandes factores que agudizan estas brechas como el capital humano.
“Aún hay diferencias entre adultos, en los jóvenes se observa mayor equidad en educación y salud. Las nuevas generaciones parten desde un terreno más igualado”.
También normas sociales y culturales por el hecho de que se siguen asignando roles tradicionales que limitan la autonomía de las mujeres.
Le sugerimos: Capturan en vías de Córdoba a una mujer que transportaba autopartes robadas
“Tenemos el factor de derechos legales y políticas públicas porque muchos países aún no tienen leyes o programas que garanticen condiciones equitativas para mujeres en el trabajo, la política o el emprendimiento”.
Explicó que no se trata de “ceder” espacios, sino de “compartirlos con justicia”.
“Hay que entender que la equidad de género no es un favor, es una estrategia para el desarrollo. Donde hay más mujeres liderando, hay mejores decisiones, más cohesión social y mayor crecimiento económico”.
Cuando las mujeres lideran, el territorio cambia
Ana María Fergusson, decana de Cesa, relató cómo, hace casi dos décadas, lideró en Cartagena un programa financiado por Naciones Unidas para combatir la violencia contra las mujeres. Y fue en el plano territorial donde se gestó una transformación profunda y sostenida, con resultados que van más allá de lo inmediato.
En Cartagena, la champeta es omnipresente. Pero muchas de sus letras hacían apología a la violencia contra las mujeres. Lo que hicimos fue hablar con esos artistas, con los DJ, con los creadores de contenido en los ‘picos’, para transformar las letras, resignificarlas. Y lo logramos”.
El resultado fue más que una campaña. Fue una conversación colectiva. Una toma de conciencia expresada en un cambio cultural. La propuesta —titulada con picardía costeña “Y de repente le pega a la negra”— fue también una provocación que llevó a la ciudad a preguntarse: ¿qué estamos normalizando? ¿A qué le estamos cantando?
Le recomendamos: Fuerzas Militares analizan posible amenaza con misil contra avión presidencial
“Nos metimos en los barrios, escuchamos lo que decían los jóvenes, entendimos qué legitimaba esa violencia, y desde ahí actuamos. Eso hace el liderazgo femenino: no impone, dialoga; no silencia, transforma”.
Fergusson, hizo énfasis en que las políticas públicas no transforman territorios si no escuchan a quienes los habitan. Y las mujeres, cuando lideran, lo hacen desde esa escucha activa, desde lo comunitario, desde la experiencia vivida.
El poder de las mujeres en la venta directa
Otra de las ponentes fue María Andrea Vargas, gerente general de Natura Colombia, quien compartió una experiencia de más de 13 años trabajando con mujeres emprendedoras. En Colombia, explicó, hay más de 200.000 consultoras que hacen parte de esta red. Y el 93% de ellas son mujeres.

La venta directa es un modelo que consiste en ofrecer productos de belleza, salud o cuidado personal a través de catálogos o de forma personalizada. En palabras simples, es una forma de emprendimiento accesible, especialmente para mujeres de estratos 2 y 3, que muchas veces no tienen otras opciones laborales.
Pero más allá de vender. Según Vargas, estas mujeres construyen una red de apoyo entre ellas. “No es un negocio frío. Ellas no solo piensan en vender, también se preocupan por sus familias, sus amigos, sus comunidades. Se acompañan”.
En Colombia hay 1.5 millones de personas que se dedican a la venta directa. “Detrás de cada una hay una historia de esfuerzo, liderazgo y transformación. La mayoría son mujeres que han hecho de este modelo una oportunidad para cambiar sus vidas”.