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La primera vez que Stefanos Donikian pisó suelo barranquillero fue el Sábado de Carnaval del 2018. A las 9 de la mañana aterrizó en el aeropuerto Ernesto Cortissoz y de ahí fue directo al cumbiódromo. En ese viaje, que demoró unos buenos minutos, conoció el amor. Mientras iba por toda la calle 30 se fue enamorando de lo que escuchaba y de lo que veía: picós.

No sabía ni entendía lo que sus ojos apreciaban. Los robustos sistemas de sonido del Caribe colombiano, que deleitaban a los bailadores en su camino a la Vía 40, lo fueron seduciendo sin saber que unos años más tardes tendría su propio turbo. Sí, así de increíble como parece, sucedió.

Pero, antes de llegar a eso, no fue una decisión sencilla. Stivako, como es su nombre de DJ y seleccionador, es un griego armenio criado en Etiopía que vivía en Londres donde se desempeñaba como Ingeniero Naval. Gracias a su cercanía con unos migrantes venezolanos conoció la música latina, luego por recomendación de un barranquillero apareció en su vida el Carnaval, la cumbia y más.

“En la noche, después de la Batalla de Flores, también fui a una fiesta con un picó. Eso fue espectacular por los colores y el sonido. Lo que me marcó fue la música africana, yo no podía creer que estaba en un país de América Latina, en Colombia, en la costa, en Barranquilla, y sonara por todo lado, por la radio, por las calles, música africana”, dice en un perfecto español en conversación con EL HERALDO mientras programa.

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Así ese amor que lo flechó lo hizo regresar en 2019, 2020, falló en 2021, pero al año siguiente volvió con todas las ganas de empezar a coleccionar discos y eventualmente comprar un sistema de sonido pequeño y llevarlo a Grecia.

JOSEFINA VILLARREALHERRERAStivako: El DJ tiene un gran gusto por la música de Joe Arroyo o artistas de la talla del maestro Andrés Landero.

“Conocí primero a Don Alirio y le dije que era un fan, que quería armar un picó y llevarlo para Grecia. Y él me respondió que yo estaba loco. Le insistí otras veces y me dijo que si lo iba a hacer él me presentaba a sus amigos. Así conocí a Jair Arango, que es Ingeniero de Sonido, a Leo Mercado, hijo de César el dueño del Skorpion, que es quien los hace”.

Lo demás es historia. Stivako terminó creando junto a estos amantes de la cultura, además de Reynaldo Álvarez, Felipe Marriaga y pintura de William Gutiérrez La Saramuya, un nombre inspirado en una canción del maestro Andrés Landero.

“Me parece, que te vi bailando un día/Me parece, que te vi muy saramuya/En la plaza de la tierra mía”, entonó el rey en Bailando cumbia y eso le quedó al griego para elegir el nombre de su picó, a pesar que le costó entender el significado de la palabra. “Una amiga preguntó a su abuela y le dijo que saramuya significa una mujer alegre, una mujer coqueta y me gustó ese nombre”.

El primer toque fue en Mar del Sol, en Pradomar. Se curtió varios meses en Barranquilla hasta que le llegó el momento de partir a Grecia. La primera vez que sonó en tierras helenas no la olvida Stivako.

“La pusimos en una fiesta que hice en un lugar que conseguí en Atenas, en el centro un lugar cerrado, un cuarto muy oscuro y se veía solo La Saramuya prendida con las luces y la música y es chistoso porque ese lugar era como un teatro, entonces había sillas y la gente primero empezó a sentarse y mirar nada más”.

Desde ese momento vive en idas y vueltas entre Barranquilla y Grecia. En su última visita le dieron una sorpresa, sus amigos picoteros le hicieron otra Saramuya para que esté en La Arenosa y pueda la otra quedarse en sus recorridos europeos.

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“En 100 años dirán que un loco griego vino aquí e hizo un picó y eso es bonito”.

Sonando desde Países Bajos

Pero que la cultura picotera haya penetrado hasta Grecia no es el único ejemplo. Para nada. Hasta los Países Bajos también ha llegado ese icónico “Aquííííí suenaaaa…” con los sistemas de sonido El Mágico Baobab y El Gordito Baobab, ambos pensados por los holandeses Maron Dekkers y Jochem de Wit.

Aquí la historia comienza es con Maron, DJ conocido como Mango, bastante tropical, quien durante más de 12 años ha organizado eventos musicales en su país y hace unos 8 años aproximadamente conoció los picós en Barranquilla y Santa Marta.

“También ayudo a muchos artistas colombianos a presentarse en los Países Bajos o Europa. Cuando organizas eventos, siempre sueñas con tener tu propio sistema de sonido para llevarlo a los eventos. Creo que hace 8 años vi un picó en Barranquilla y en Santa Marta y pensé: esto es mucho más genial que un sistema de sonido normal. Entonces empecé a sumergirme un poco en la cultura y traté de hablar con algunos picoteros y, por supuesto, con los pintores, porque muchos tienen estilos diferentes”.

Maron Dekkers y Jochem de Wit: Los holandeses estuvieron en Barranquilla para los días de Carnaval.

Y así, luego de pensarlo mucho hace tres años decidió que iba a hacer un picó en los Países Bajos. Su idea era crear el primero de estos sistemas de sonido por fuera de Colombia, pero vio que ya en Australia había uno llamado El Gran Mono.

“Puedo hablar un poco de español, pero no muy bien, así que pensé: estas personas en Australia hablan inglés, así que les escribí un correo preguntándoles cómo lo hicieron y si podían darme contactos o consejos. Fueron muy amables y me dieron algunos contactos, como Stefano”.

Por lo que en 2023, en el Carnaval contactó con William Gutiérrez, el maestro de la pintura de los picós, que dicho sea de paso para él fue como conocer a Cristiano Ronaldo o Maradona, y así nació todo el diseño visual de El Mágico Baobab.

“Incluso pedí permiso a algunas personas aquí porque esta es una cultura de aquí y no quería robarla. Todos me dijeron que sí, que lo hiciera. Envolví la pintura en un tubo de lluvia y la llevé en el avión. También contacté a un ingeniero de sonido en los Países Bajos, un amigo de hace mucho tiempo, y le dije que tenía la idea del picó. Él me dijo: “¡Genial, hagámoslo!” Diseñamos los parlantes y construimos todo en los Países Bajos”.

Pero, ¿por qué Baobab?, pues bien, la respuesta tiene que ver con el árbol y la música que más le ha sorprendido: la africana.

“Antes de tener el picó, tocábamos la misma música sin él, y poníamos mucha música africana. Dos miembros del equipo nacieron en África, en Kenia, y pensamos: “¿Qué representa la vida?” Un árbol representa la vida, y para nosotros, la música es vida. Así que un árbol de África era el nombre perfecto”.

Baobab.

Por eso cuando llegó al Caribe y escuchó sonidos como el Guarapo o la Champeta, su mente sencillamente no lograba comprender lo majestuoso que era.

“Pensé: ‘Esto no es Soukous, pero suena como Soukous con letras en español. ¿Qué es esto?’ Me dijeron: ‘Ah, es champeta’. Y yo pensé: ‘¿Qué? ¡Es una locura!’”.

Y así se han ido en un viaje musical por todos los ritmos caribeños y africanos para posicionar esta cultura en el mundo, principalmente en el Viejo Continente. “Cuando lo ponemos en algún sitio, nadie sabe qué es. Creen que es solo una pintura, una decoración. Luego ponemos música y el sonido sale de la pintura, y todos dicen: ‘¿Qué? ¿Qué es esto?’ Cuando estuvimos en París, hicimos una fiesta en la calle y la gente se paraba frente al picó incluso antes de que empezara la fiesta, tomándose selfies con él. Creían que solo era una obra de arte”, relataron los europeos a esta casa editorial.

Producción musical, lo nuevo del ‘Baobab’

El DJ Maron Dekkers explicó que una de las cosas que pronto tendrá el ‘Baobab’ es una producción musical, que constará de 7 minutos en dos canciones. Es una colaboración con el reconocido programador Rata Piano. Es una creación de ‘Baobab Records’ junto a ‘Palenque Records’, que estará disponible en las próximas semanas.