Sin perder las raíces que heredó de la tierra que la vio nacer, Adriana Lucía continúa siendo el reflejo de aquella niña soñadora que a través de su música mostró con orgullo la magia de su natal El Carito, Córdoba.
Hoy, después de una trayectoria de más de 25 años, la cantautora presenta Adriana Lucía, un álbum que lleva su nombre porque es la manifestación más pura de su esencia. Es un viaje por ese mundo auténtico que ha construido a lo largo de su carrera. No se encierra en un solo género, sino que navega entre ritmos que siempre la han identificado.
Después de ocho años de no haber lanzado música nueva, la cordobesa regresa con este trabajo discográfico, que en diálogo con EL HERALDO confesó que atribuirle su nombre no fue la primera opción, pero con el tiempo entendió que este disco es su vida entera hecha música.
“Buscaba un nombre que resumiera todo, porque aquí hay vallenato, champeta, porro, cumbia. Es un álbum con una mirada al futuro de nuestra música, pero también con una mirada al pasado, porque este álbum es todo lo que soy, resume mi vida entera y fue el nombre ideal”.
El álbum también es un tributo a las personas y momentos que la han definido. Una de las canciones más especiales para ella es Mi vida entera, una champeta romántica que comparte con su hermana Martina La Peligrosa.
“Mi hermana ha sido fundamental en mi vida, y esta canción es una manera de traer de vuelta todo el amor y el sentimiento que compartimos. Fue muy lindo realizar esta canción juntas y se refleja muy bonito”.
Un homenaje a Totó
Uno de los retos más grandes del disco fue su homenaje a Totó la Momposina con la cumbia La Candela. Adriana confiesa que siempre había sentido respeto y temor de interpretar la música de esta leyenda del folclor, pero la invitación a cantar junto a ella en su concierto de despedida en el Festival Cordillera cambió todo y motivó este tributo.
“Marco Vinicio, su hijo, me dijo: Mi mamá quiere que cantes esta canción. Y sentí que había como un mandato de parte de ella en seguir promoviendo su música. La tarea no fue fácil porque buscábamos el sonido perfecto, especialmente en la batería y los golpes de tambor que debían asemejarse al chandé. Fue difícil, pero creo que lo logramos”.
El álbum cuenta con 10 canciones, aunque hubo temas que quedaron fuera, como un remix de Te lo digo en cumbia con un grupo argentino, que espera lanzar próximamente. Sin embargo, Adriana Lucía siente que el disco es una obra completa. “Cada vez que nos reuníamos con el equipo de Sony sentíamos que no le hacía falta absolutamente nada”.
Los desafíos
Uno de los temas más desafiantes para ella fue precisamente Te lo digo en cumbia, ya que representa una visión más universal de este género, sin perder su esencia colombiana. “Es una cumbia latinoamericana con una mirada al futuro, pero sigue siendo cumbia colombiana”.
El proceso de grabación de este álbum fue un reto, tanto a nivel técnico como personal. Adriana Lucía se propuso reunir a los percusionistas que alguna vez tocaron con el maestro Andrés Landero, los llevó a Cartagena y grabó con ellos, para luego continuar la producción en Barranquilla, Miami y Puerto Rico.
Pero el desafío más grande llegó con Dos extraños, una de las canciones más exigentes vocalmente. “Es una canción superdifícil de cantar. Me enfermé, la garganta no me daba, y fue un reto tremendo, pero al final lo logramos”.
Cuenta que este álbum llega en el momento indicado. Entre su anterior disco y este, la cantante vivió cambios significativos: fue madre de gemelas, rindió tributo a Lucho Bermúdez y experimentó un crecimiento personal que ahora se refleja en su música. “Siento que este disco representa la mujer que soy hoy. Ya tengo la madurez suficiente para retomar sonidos como los del vallenato sin que parezca algo impuesto, sino como una evolución natural de mi historia”.
La última canción del disco es Lamento sinuano, compuesta por su padre Antonio López en 1997 y es todo un regreso a la raíz, a ese punto de partida del que surge su inspiración.