Fue durante un viaje a Polonia, acompañado de su ahora esposa Anna Strout, cuando el actor y director Jesse Eisenberg tuvo lo que llama una “extraña revelación”.
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Un recorrido de dos semanas por el país lo llevó a la pequeña casa en el pueblo de Kranystaw, donde su tía Doris había vivido antes de que el Holocausto desplazara a toda su familia. “Si la guerra no hubiera sucedido, aquí es donde viviría”, recuerda Eisenberg haber pensado. “¿Cómo sería mi vida? ¿Quién sería yo?”.
De esa experiencia surgió, 20 años más tarde, Un dolor real, un viaje emocional que este cineasta escribe, dirige y protagoniza al lado del carismático Kieran Culkin, que ganó el Globo de Oro a mejor actor de reparto por este papel.
En la película, Eisenberg interpreta a David, un joven padre neoyorquino que realiza un tour por la historia del Holocausto en Polonia junto a su primo Benji, interpretado por Culkin, gracias a una herencia de su recién fallecida abuela.
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Uniéndose a un grupo de turistas liderado por el afable James, interpretado por Will Sharpe, David y Benji reviven sus lazos de infancia mientras enfrentan las tragedias familiares del pasado que, de alguna manera, aún los definen.
Eisenberg se inspiró tanto en ese primer viaje a Polonia que primero escribió una obra de teatro, The Revisionist, que debutó en el circuito off-Broadway en 2013. En ella, Eisenberg interpretó a otro personaje llamado David, un joven estadounidense que visita a su prima polaca mayor, sobreviviente del Holocausto, encarnada por Vanessa Redgrave. La obra fue un éxito, pero sus intentos de adaptarla a un guion de cine no prosperaron. “Todas mis adaptaciones eran malas”, dice Eisenberg con franqueza. “Y pensé, realmente quiero escribir y ambientar una película en Polonia, poder filmar allí, vivir otra historia en ese lugar. Me tomó unos 15 años conseguir algo bueno, pero finalmente di con esta historia, que es una comedia de compañeros en el marco de un tour por la historia polaca”.
Otro proyecto de Eisenberg y un intento fallido de adaptarlo a la pantalla proporcionaron otro elemento esencial para esta historia. “Hace unos años escribí un relato corto para la revista Tablet sobre dos tipos que viajaban juntos a Mongolia, y la dinámica de la historia era muy similar a la de A Real Pain”, cuenta Eisenberg. Cuando encontró obstáculos para adaptarlo como película, se topó con un “deprimente pero fortuito anuncio” en línea que prometía “tours por el Holocausto (con almuerzo)”.
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Como explica Eisenberg: “Me llevó a una empresa que publicitaba recorridos por los sitios del Holocausto en Polonia, pero con todas las comodidades que un turista estadounidense de clase media alta podría desear. Lo leí con una mezcla de asombro, shock y esa sensación incómoda de saber que yo sería uno de esos que exigiría confort mientras recorre los horrores de la historia de mi familia. Y pensé: ese es un marco fenomenal para ambientar esta película”.
De los dos primos en el centro de la película, Eisenberg inicialmente planeó interpretar a Benji, el espíritu libre que encanta y exaspera al grupo turístico por igual. “He escrito mucho desde la perspectiva de un personaje como ese, porque aspiro a ser alguien así”, dice Eisenberg. “Alguien más suelto, más abierto, que vive el momento, que lidia con la depresión de una manera más libre”.
Sin embargo, finalmente asumió el papel de David, quien parece más centrado al principio que Benji, con un trabajo técnico estable aunque poco glamuroso y una esposa e hijo en Brooklyn. Cuando David y Benji se reencuentran en el aeropuerto para tomar su vuelo a Polonia, es la primera vez que se ven en años, y sus caminos han tomado rumbos muy diferentes. “Eran muy cercanos en su infancia, casi como hermanos”, dice Culkin, quien interpreta a Benji. “Cuando crecieron, se distanciaron, y para mí gran parte de la historia trata sobre cómo manejaron eso de maneras muy diferentes. Uno parece haber superado todo y está bastante equilibrado, y el otro parece atrapado en un desarrollo emocional detenido, particularmente en lo que respecta a esa relación”.
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Mientras David se siente opacado por Benji durante el recorrido y enfrenta la historia familiar en Polonia, su lucha interna—esencialmente, una lucha por decidir si incluso debería permitirse sentir conflicto—se vuelve más clara. “Por eso la película se llama A Real Pain”, dice Eisenberg. “Está cuestionando qué es el dolor real y qué es el dolor válido. ¿Es real el dolor de TOC de David incluso cuando visitas sitios de genocidio? ¿Es válida su ansiedad generalizada aunque su primo esté viviendo algo mucho peor? Eso es lo que la película se cuestiona”.