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Cuando Janer Villarreal supo que el mundo lo iba a conocer como Arcadio Buendía en la adaptación de Cien años de soledad estaba en el Centro de Barranquilla. Como cualquier actor emergente debía combinar su arte con un trabajo con el que pudiera vivir. Vendía cosméticos con una tía. “Ella me daba el chance todo el tiempo para escaparme a los castings”.

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Pero, antes de tener que pedirle el chance a su tía ‘Maye’ para ir a hacer castings, su llegada al mundo del arte y la actuación fue más accidental que otra cosa. Nacido en Barranquilla, creció entre la capital del Atlántico y los fuelles del acordeón en Valledupar.

Era un niño curioso por las artes. Eso lo tiene claro. Un día cualquiera en el Colegio Nacional Loperena lo invitaron a ser parte de una obra de teatro.

“Me acuerdo muy bien que duramos como tres semanas preparándola y el día que la hicimos sentí el aplauso de la gente, algo como que me terminó gustando”.

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A los 17 años, cuando terminó el bachillerato retornó a Barranquilla, a la casa de su abuela, de su Úrsula Iguarán. “Me metí en la Universidad del Atlántico a estudiar Licenciatura en Español. Siempre pensé que podía llegar a ser profesor. Hice un solo semestre y me di cuenta que no me gustaba”.

Actor de pandemia

Para entonces ya corría el 2020. Janer empezó a buscar dónde estudiar teatro, actuación, su vida le pedía arte. Así llegaría justamente a la Escuela Distrital de Artes.

“Yo paso a la EDA, hicimos tres clases presenciales y ahí llega el famoso cuentico y que ‘vamos a retomar en dos semanas’. Esas dos semanas se hicieron un par de meses y terminé haciendo el semestre virtual. Fui esa camada de actores en formación que les tocó iniciar en la virtualidad”.

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Pero, si hay un arte que no se puede enseñar de manera virtual o que, al menos, pierde mucha de su esencia es la actuación por lo que, profesores y alumnos decidieron que lo mejor era frenar ahí hasta que las condiciones estuvieran dadas.

“Yo quería seguir aprendiendo y en eso una profesora, Orieth Mercado, me dice, que en la compañía Mandragorart estaban haciendo audiciones, que allí podía aprender también. Ahí arranqué otra vez en este camino. Fue el lugar donde más me formé aquí”.

Mauro González/Netflix/Mauro González/NetflixSu personaje pasa de la ternura a la tiranía como jefe civil y militar.

Allí empezó ese largo y tedioso proceso de hacer castings. El primero que ganó fue en 2021 para una película dominicana de la que nunca vio el resultado. Siguió hasta que logró quedar con un papel pequeño en la tercera temporada de La reina del sur.

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Pero, un día a Netflix se le ocurrió la locura de adaptar Cien años de soledad y más aún a Yolanda Serrano y Eva Leira, directoras de casting de la serie, quienes decidieron que encontrarían a los Buendía y los demás personajes no solo en actores consolidados sino muchos naturales y en formación.

Cien años de espera

A inicios de 2022 fue su primer acercamiento a la producción. Mandragorart tuvo un espacio especial para hacer un casting de tres filtros dirigido por Carlos Fragua. Allí estuvo Janer cumpliendo cada uno de estos momentos que iban desde una fotografía de registro hasta un ejercicio de dramatización.

Pasaron casi tres meses sin recibir noticias. El secretismo que siempre caracterizó a la serie también lo vivieron los actores. Luego lo citaron en un hotel de la ciudad para que fuera a conocer a las directoras de casting. Ninguna otra indicación.

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“Yo fui allá a ciegas. Lo primero que hicimos fue una pequeña improvisación de una escena de José Arcadio Buendía cuando tenía la discusión con Prudencio Aguilar”.

Pero su destino estaba en la descendencia. En Arcadio. Las directoras le dijeron que querían verlo con ese personaje y que tenía 3 horas para aprenderse unas 8 escenas para luego ya presentar el casting. Fue a su casa, encerrado en su habitación miraba ante sí la posibilidad de ser un Buendía.

Juan Cristóbal Cobo / NetflixConvertido en amo y señor de Macondo, su cabeza le falla y todo se va a pique.

Llegó en el tiempo indicado e hizo dos escenas de las ocho que había ensayado. “Al final ellas me terminan diciendo algo así como que tenía unos ojos que había que explotar. Eso sembró en mí una ilusión muy bonita. Pasan unos dos meses más, me dice mi manager que me querían ver”.

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La larga espera valía la pena. Ya no era en Barranquilla, era en Bogotá y quien lo iba a ver era el mismísimo Alex García López, el director. Desde el equipo le dijeron que al argentino le gustaría que fuesen vestidos lo más cercano a su personaje. Y eso hizo, estando ahí el centro recorrió las famosas pacas en busca de lo que necesitaba y se embarcó en una travesía igual que la de José Arcadio por encontrar Macondo.

“Fue una hora de casting. Recuerdo que me fui muy tranquilo con el trabajo que había hecho”.

Otra espera volvió, parecían cien años. Luego de un mes lo llaman y le dicen que había una posibilidad de que fuera Arcadio. Con el pasar de los días lo confirmaron, era él.

Así, empezaría ese viaje en Macondo que lo ha llevado a ser reconocido por su papel de lo que él considera ese niño que creció con “un resentimiento muy fuerte, con una necesidad de amor tremenda, con una fragilidad enorme por su familia. Se siente despatriado, que luego se convierte en el gran dictador que termina quemando la aldea que nunca le dio calor”.