Camilo Ríos tiene 21 años, es estudiante de ingeniería y, como muchos jóvenes de su generación, no recuerda la última vez que respondió una llamada en su celular. Para él, la idea de hablar por teléfono parece casi arcaica.
“Es incómodo, no me gusta. Prefiero enviar un mensaje de texto o usar el chat”. Camilo es un ejemplo claro de una tendencia que crece entre los jóvenes: la preferencia por la comunicación escrita sobre la oral, especialmente cuando se trata de interactuar por teléfono.
Una encuesta realizada en el Reino Unido en abril de este año reveló que una cuarta parte de los jóvenes entre 18 y 34 años nunca responden el teléfono. Según los resultados, más del 25% de los encuestados afirmó que prefieren ignorar las llamadas y responder más tarde a través de mensajes de texto.
Asimismo, a nivel global, un estudio de la plataforma Bank My Cell encontró que el 75% de los millennials y centenialls evitan las llamadas, señalando que las consideran una interrupción en su rutina diaria. Resultados que evidencian que se trata de una tendencia que ha ido creciendo en los últimos años.
En el caso de Camilo, contestar el teléfono no es un capricho aislado. Para él, las llamadas son invasivas y demandan una atención que no está dispuesto a ceder en cualquier momento.
“A veces estoy en clase o haciendo algo, y una llamada te interrumpe. Con un mensaje, lo ves y contestas cuando puedas, sin la presión de tener que estar disponible al instante”, le expresó a EL HERALDO.
¿El ‘Homo videns’?
La preferencia de los jóvenes por contestar mensajes de texto en lugar de responder llamadas telefónicas es un reflejo de profundos cambios socioculturales.
El sociólogo Edimer Latorre destaca que esta tendencia está relacionada con el paso de un modelo de pensamiento racional y lineal, característico del “homo sapiens”, a una lógica más visual y emocional, definida por el pensador italiano Giovanni Sartori como el “homo videns” o el hombre que ve.
“Vivimos en una era donde las imágenes han desplazado el peso del pensamiento crítico y argumentativo. Los jóvenes ya no necesitan dar largas explicaciones o reflexionar profundamente, basta con un emoticón, un GIF o una imagen para transmitir lo que sienten”.
En este contexto, los mensajes de texto y los chats permiten una comunicación que no requiere de largos argumentos.
“El joven no quiere estar atado a la formalidad o a la inmediatez de una llamada. Prefiere la libertad que le da el mensaje escrito, donde puede contestar a su ritmo, con pocas palabras o incluso con una imagen que exprese su sentir”.
Los emoticones y stickers han sustituido el razonamiento verbal, convirtiéndose en un lenguaje propio de esta generación.
“Estas imágenes simplificadas eliminan la necesidad de argumentar o explicar. En un solo ícono se resume lo que antes requería frases y tiempo de reflexión”.
Camilo Ríos refuerza esta explicación. “Mis amigos y yo tenemos un grupo de WhatsApp donde hablamos de todo. A veces uno manda un audio, otro responde con un meme, y así vamos. No necesitas una llamada para eso”, puntualiza.
La economía de la atención
Los jóvenes han adoptado una forma de comunicación cada vez más concreta y fragmentada. El doctor en comunicación de la Universidad del Norte, Sergio Llanos, explica que esto está relacionado con el concepto de economía de la atención.
“Los sistemas de mensajería permiten una comunicación asincrónica, más fragmentada, y esto influye en cómo los jóvenes interactúan. Para ellos, los mensajes largos, ya sean de texto o de audio, son innecesarios”.
Llanos señala que esta generación ha crecido en un entorno donde la rapidez es una constante, lo que ha moldeado su forma de expresarse.
“Tienden a ser más concretos y directos en su uso del lenguaje. No adornan sus mensajes ni profundizan tanto como generaciones anteriores, porque han vivido en una época donde todo sucede mucho más rápido”.
A pesar de que no hay una relación completamente directa entre la economía de la atención y la preferencia por los mensajes de texto sobre las llamadas telefónicas, el también comunicador social destaca que existen indicios de que ambas están conectadas.
“Los jóvenes no están tan acostumbrados a una comunicación que requiera mucha atención, como escuchar con detalle o tener una conversación larga. Prefieren lo breve y lo inmediato”.
El fenómeno ‘e-islados’
El auge de las plataformas de mensajería instantánea ha transformado la forma en que los jóvenes se comunican, creando una paradoja que el sociólogo Edimer Latorre denomina ‘e-islados’.
En un análisis profundo sobre este fenómeno, Latorre observa cómo los jóvenes, aunque permanentemente conectados a través de sus dispositivos, experimentan una soledad creciente.
“Están hiperconectados, pero solos. Los veo en grupos, durante rituales diarios como el almuerzo o la cena, sin despegarse de sus celulares. Es una incesante circularidad de la información, donde la repetición se hace nueva”.
¿Tiene que ver con aislamiento social?
La transformación de la comunicación no solo se manifiesta en el aislamiento social, sino también en la gestión emocional que estos medios provocan.
El sociólogo Edimer Latorre dice que el uso de mensajes de texto y plataformas digitales está vinculado a una forma de control sobre las interacciones, alimentada por la ansiedad social.
“Esta hiperconectividad produce ansiedad. Estamos ante seres humanos altamente gestionados emocionalmente por algoritmos”.