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La muerte de ‘La gorda Fabiola’ ha dejado con una tristeza a todo el país y más aún a aquellos que tuvieron la fortuna de trabajar a su lado, tal como el reconocido director de cine y televisión Harold Trompetero.

Y es que el bogotano es uno de los responsables de que la comediante samaria llegara al audiovisual y desplegara su talento en el mundo de la actuación más allá de lo que hacía desde 1985 en ‘Sábados Felices’.

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Corría el año 1996, Trompetero estaba trabajando de la mano de Juan Guillermo Isaza en la serie ‘Cartas a Harrison’, una producción que se emitía semanalmente los sábados a las 7: 30 p. m. por el Canal A y estaba compuesta por 33 capítulos.

El elenco de actores principales estuvo compuesto por Juan Sebastián Aragón (Harrison), Cristina Umaña (Maricela), Alejandro Campos (Albeiro), Susana Torres (Nancy), Ramiro Meneses (Erick), Tania de la Cruz (Mireya), Jhon Alex Toro (Lalo), Carlos Hurtado (Randy), Catalina Rocha (Graciela), Julio César López (Nacho) y Luis Fernando Munera (Afranio Mendoza).

Pero en medio de ese gran elenco apareció Fabiola Posada, como lo recordó Trompetero para EL HERALDO: “Yo fui el primero que llamó a actuar a La Gorda Fabiola por fuera de Sábados Felices. A mí me parecía que ella tenía unas habilidades que iban más allá o eran distintas, más bien, a su faceta humorística y yo la llamé a hacer esa serie y había un personaje que era una vecina y yo llamé a que ella hiciera ese personaje y era un personaje totalmente fuera de lo que hacía y realmente le fue muy bien y me encantó”.

La serie fue grabada en Bogotá en locaciones y exteriores de Teusaquillo y en las inmediaciones del parque del barrio Armenia. De acuerdo con el actor y dramaturgo antioqueño Alejandro Campos, el rodaje del primer capítulo se comenzó en diciembre de 1995 y se llevó a cabo continuamente una semana de por medio.

Cartas a Harrison recreó historias urbanas y conflictos juveniles a partir del amor, la amistad y el liderazgo de un grupo. La vida barrial, la migración, las relaciones familiares, la rebeldía adolescente, las expectativas frente a la vida, la música y los problemas sociales y cotidianos fueron, igualmente, dramatizados.

“Le vi que tenía un potencial muy grande, creo que ella era un personaje que tenía mucha reflexión sobre lo que hacía. Varias veces cuando nos encontramos en situaciones, yo fui un par de veces jurado con ella en Sábados Felices y ella reflexionaba mucho sobre el estilo de humor y recuerdo que cuando hicimos lo de Carta a Harrison, yo lo que vi fue de ese otro lado todo el mundo veía a la señora gorda, chistosa y bonachona pero yo veía que había un personaje como más profundo, más enraizado en lo popular, que conocía la idiosincrasia y conocía muy bien como la barriada y ese universo de los barrios entonces por eso fue que la llamé a hacer un papel que no fuera cómico”, añadió a esta casa editorial.

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Los jóvenes de Cartas a Harrison relataban sus historias a partir de la correspondencia que sostienen con su amigo Harrison, quien al marcharse a Nueva York termina preso por narcotráfico; situación que él comunica a Albeiro para que se le oculte al grupo de amigos del barrio, que al ignorar la verdad sobre su trágico destino, le continuaron escribiendo, contándole sus asuntos personales.

Después de eso, entre Trompetero y Posada, quedó una relación de amistad que siguió con los años y que volvieron a coincidir laboralmente en la película Muertos del susto.

“Yo quería hacer una parodia entre Lady Noriega y un personaje que fuera contrapuesto a ella y se me ocurrió que lo hiciera La gorda Fabiola y nosotros la pusimos a cantar y a bailar y ahí fue maravilloso, un trabajo realmente muy chévere y luego nos encontramos muchísimas veces en la vida, en circunstancias de trabajo, pero más social. La gorda siempre apoyó mis proyectos, me ayudaba a publicitarlos, era muy querida conmigo. A mí me llamaba la atención esa tridimensionalidad actoral que no se le veía y que iba más allá del humor”.