Alma Gamongan, una madre de Apayao, Filipinas, se culpa por el síndrome del hombre lobo que tiene su hijo.
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Según cuenta la mujer, cuando estaba en estado de embarazo tuvo unos deseos inmensos de comer gato montés, que es considerado una exquisitez en el sector donde vive.
Por eso, buscó un gato negro entre amigos del pueblo para saltearlo con hierbas y luego se lo comió.
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Tiempo después nació su hijo Jaren, con esta afección médica que solo se ha dado en 50 personas desde la Edad Media.
En ese momento, Alma se culpó porque creyó que la apariencia de su hijo, es el resultado de una maldición que ella misma provocó cuando se comió un gato salvaje.