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Detrás de La Troja, ese popular estadero ubicado en la esquina de la carrera 44 con calle 74, donde se congregan veteranos y jóvenes, propios y foráneos, para vivir un verdadero éxtasis colectivo, hay un hombre que con su carisma y entrega ha permitido que este lugar se mantenga en pie luego de 57 años. 

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Ese es Edwin Enrique Madera Velásquez, conocido popularmente como ‘Guayacán’ Madera, un melómano que pese a no haber nacido en la capital del Atlántico se considera más barranquillero que cualquiera.

El oriundo de Cereté, Córdoba, vivió sus primeros 10 años en territorio sabanero, donde aprendió a apreciar la música de las bandas bajeras que interpretaban porro y fandango. Allí se enamoró de las melodías del clarinete y del bombardino, instrumentos que más tarde escucharía mezclado en otros géneros al radicarse en La Arenosa.

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Al llegar a Barranquilla se topó con una amalgama de ritmos musicales, pero pese a todo jamás se olvidó de sus raíces. 'A los 15 días de haberme instalado en la capital del Caribe estaba sobre los hombros de una tía viendo en un templete en el Romelio Martínez a Alfredo Gutiérrez, uno de los grandes músicos sabaneros', dijo Madera que junto a su madre Zunilda Velásquez se mudaron al barrio Boston.