Heidy Pérez pasó de bailar en estaderos de Barranquilla los fines de semana a emprender con jugos naturales en San Antero, Córdoba. William Suárez, que llevaba 50 años bailando en los establecimientos, pasó a ser domiciliario.
Karen Padilla, una mujer que se hizo viral bailando música africana en sitios de rumba, decidió dejar atrás ese modo de vida y se dedicó a las clases personalizadas de baile. Jessica Ardila, bailarina profesional contratada por dueños de estaderos en la Costa, es ahora instructora de danza en distintos parques de la ciudad.
Los cuatro bailarines tienen en común la pasión por la danza, su labor artística en lugares como La Troja o La Estación, y la búsqueda de alternativas para generar ingresos, luego de que la crisis sanitaria obligara a que las autoridades tomaran medidas en sitios fiesteros como la prohibición del baile, un fuerte golpe a sus almas y economías.
En diálogo con EL HERALDO cuentan cómo ‘danzan’ con su nueva realidad.