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Hace 25 años el cantautor samario Carlos Vives sacudió la industria musical con La tierra del olvido, un álbum en el que con su estilo se adentró aún más en las sonoridades tropicales y labró un camino que con el tiempo denominaron pop colombiano, por el que han transitado con éxito una camada de artistas.

Si bien Vives venía de hacer historia con Clásicos de la provincia, producción con la que vendió 4 millones de copias, no quiso repetir la dosis de apelar a las canciones más populares de los juglares vallenatos, sino que se la jugó con sus letras y una sonoridad auténtica en la que la cumbia, el chandé, el vallenato y el rock convergieron.

Este viernes comenzó la celebración de las bodas de plata de La tierra del olvido con el lanzamiento del video remasterizado. Esta pieza audiovisual se convirtió en un emblema de la década noventera y ahora las nuevas generaciones pueden disfrutarlo en resolución 4k.

La tierra del olvido se publicó el 7 de agosto de 1995, día en que cumple el artista. Fue el primer trabajo prensado bajo el sello Gaira Música Local, sello que creó Vives respaldado por la disquera Sonolux. Constó de 11 canciones: Pa‘ Mayté, Fidelina, La tierra del olvido, Zoila, Rosa, Agua, La cachucha bacana, Diosa coronada, La puya puyá, Ella y Jam en Jukumey.

'La tierra del olvido fue fruto de un laboratorio creativo que nos permitió crear un concepto poderoso, en el que lo local dialogaba con el mundo', afirmó el músico y productor Iván Benavides, quien junto a Vives hizo la letra de Pa’ Mayté, La tierra del olvido, Agua y Ella.

En diálogo con EL HERALDO ‘El Patrón’ recordó cómo surgió la idea de apostarle a un proyecto cargado de nuevas sonoridades, también contó del veto que tuvo este álbum en algunos países como Venezuela debido a que la carátula, según las autoridades del vecino país, incitaba al consumo de marihuana. 'Viví una verdadera pesadilla durante esos días', manifestó.

Además reveló detalles inéditos del proceso creativo y cuenta que aunque las ventas no fueron las esperadas, le quedó la satisfacción de haber trazado una nueva hoja de ruta para quienes querían asumir riesgos en la música y dejar de ser artistas nacionales, para buscar calar en el gusto de los habitantes de otros países.