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Una reciente investigación del Centro de Investigación Biomédica en Red ha arrojado luz sobre la conexión entre el consumo de alimentos ultraprocesados y el aumento del riesgo de desarrollar síntomas depresivos, además de impactar la estructura cerebral. El estudio, detallado en el Journal of Affective Disorders, explora cómo las rutinas alimenticias basadas en estos productos podrían afectar la salud mental y la anatomía cerebral.

El informe sugiere que el consumo de alimentos ultraprocesados está directamente asociado con síntomas depresivos, afectando el volumen de sustancia gris en áreas clave del cerebro, como la amígdala y las regiones frontales. El estudio también investiga la interacción entre el consumo de ultraprocesados, la obesidad y los niveles de inflamación.

Estos alimentos ultraprocesados, que incluyen snacks, bebidas azucaradas, comidas precocinadas, bollería industrial, carnes procesadas, galletas, lácteos azucarados, cereales refinados, pizzas o nuggets, se caracterizan por tener una baja densidad de nutrientes y una alta concentración energética. Son ricos en ácidos grasos saturados y trans, azúcares añadidos, sal y carecen de proteínas, fibra dietética y micronutrientes.

El estudio resalta que estos productos a menudo contienen aditivos para mejorar sus características sensoriales, haciéndolos irresistibles y potencialmente adictivos.

Actualmente, los trastornos depresivos son una de las dolencias psiquiátricas más comunes a nivel mundial, afectando la calidad de vida de aproximadamente 280 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los principales investigadores, Oren Contreras-Rodríguez y José Manuel Fernández-Real, explican que el objetivo del estudio era determinar la relación entre el consumo de ultraprocesados y los síntomas depresivos, así como proporcionar nuevos datos sobre la asociación entre estos productos y la estructura cerebral en 152 participantes adultos.

La investigación, realizada con una muestra de 233 personas, recopiló información sobre la dieta de los participantes durante el último año a través de cuestionarios de frecuencia alimentaria. Se utilizó el sistema de clasificación de alimentos NOVA para identificar el grado de procesamiento de los alimentos, y se evaluaron los síntomas depresivos a través de resonancias magnéticas estructurales.

Entre los resultados destacados, se encontró una asociación entre un mayor consumo de ultraprocesados y la presencia de síntomas depresivos, junto con un menor volumen en áreas cerebrales críticas para procesar la recompensa y monitorear el conflicto, elementos esenciales en la toma de decisiones alimentarias.

La asociación entre el consumo de estos productos y los síntomas depresivos fue especialmente notable en personas con obesidad, lo que sugiere que estos individuos podrían estar más susceptibles a los impactos negativos de los ultraprocesados.