Exigirse al máximo y no cumplir con los objetivos que se tienen en mente pueden desencadenar en frustraciones que terminan por afectar la salud emocional de los individuos.
Factores que van desde problemas familiares, dificultades financieras, inconvenientes personales y autoexigencias sin control terminan afectando la estabilidad psicológica, como le pasó a la deportista Simone Biles, quien se retiró de los Juegos Olímpicos de Tokio alegando 'problemas en su salud mental'.
Laura Marcela Ayala, subdirectora del campo de Psicología del Deporte y el Ejercicio Físico del Colegio de Psicólogos de Colombia, afirma que independiente a ser deportista o no, 'todas las personas tenemos presiones internas y externas' que hacen plantear metas que al no cumplirse generan frustración.
Frente a las situaciones cotidianas, una de las sugerencias que hace Ayala para gestionar las frustraciones es la de establecer objetivos realistas. 'Tenemos que plantearnos metas reales y realizables frente a mis propias capacidades y recursos'.
Admite que en gran parte las personas se fijan mucho en el otro y están sumidas bajo los estándares de la sociedad en lo que a 'éxito' se refiere.
'Esto lleva a que las personas se frustren (…) al ver la facilidad de una foto y lo que muestra el otro puede llevar a que nuestra salud mental se vea deteriorada'.
También reconoce que en muchas ocasiones el individuo se olvida de fijarse en sus fortalezas y habilidades por estar pendiente del otro.
Exigencia al máximo
La presión que puede ejercer el individuo sobre sí mismo puede ser muy fuerte, llegando a pensar, por ejemplo, que cuando están descansando se es improductivo.
'Socialmente se está dando un tema sobre la productividad porque algunas personas nos dicen que debemos estar siempre activos (…) no estamos reconociendo el valor del descanso', comenta la psicóloga Laura M. Ayala.